Columnistas
¿Nos embrujaron?
Parece complicado de entender, pero es como si Cali estuviera viviendo el experimento de que a fuerza de sentirlo, pensarlo y vivirlo, transformó lo cotidiano.
Cali vive dos momentos paralelos: la COP16 como evento organizado por la OEA acontecimiento que atrajo la atención de políticos, empresarios, parlamentarios, organizaciones internacionales. Pero también una transformación en el ambiente de la ciudad que ha sorprendido gratamente.
¿Qué pasó? ¿Qué nos inyectaron para resonar, de buenas a primeras, en una actitud amable y solidaria? ¿Este cambio fue para retomar nuestra verdadera esencia (que se había olvidado) o es abrir una puerta para comprobar que se puede vivir diferente si se cambia de actitud? Porque todo lo que rodea este momento parece mágico: no estábamos programados para ser la sede y se fue superando obstáculo tras obstáculo.
El rompecabezas se armó: terremoto en Turquía, reclasificación de sede escogiendo a Colombia, competencia con ‘la poderosa’ capital, decisión de un Presidente impredecible, colaboración y apoyo especiales de USA debido a que el Alcalde fue Eder y él tenía contactos y hasta la ‘mala leche’ de algunos que quisieron demeritar el acontecimiento y produjo efecto rebote: ‘unión y compromiso’. Entonces es como magia… nos embrujaron o existe alguna explicación racional que aclare lo que estamos viviendo.
Porque además de la contribución que le hacemos al planeta en Biodiversidad, es obvio que como ciudad nos encontramos ante un fenómeno particular: el poder del pensamiento (que se vuelve actitud) y es capaz de cambiar la realidad. Somos energía, somos lo que pensamos. Está comprobado que el pensamiento es una fuerza poderosa porque, al ser energía construye realidad.
¿Es tan fuerte el tejido social que muchas mentes o corazones o energías, vibrando en dimensiones más sanas, producen un resultado como este? Parece complicado de entender, pero es como si Cali estuviera viviendo el experimento de que a fuerza de sentirlo, pensarlo y vivirlo, transformó lo cotidiano. Y sucedió. Modificamos la forma de vida, el ambiente y la convivencia. No, no nos embrujaron.
Por unos días decidimos ser mejores personas, ser atentos y amigables, ser responsables de la calidad de vida y, por tanto, de la imagen de la ciudad. Y esta actitud contagió, contaminó y se pegó. Posiblemente, la actitud del Alcalde y de su equipo de trabajo, resonaron en energía de solidaridad y colaboración. No al espejo retrovisor, no a las cuentas de cobro emocionales. Hace años se hizo un experimento semejante en alguna comunidad de Estados Unidos y se comprobó que unidos por la meditación (el pensamiento con objetivo común) disminuyeron los niveles de violencia que los azotaban.
O sea que más que armas o represión, la disposición produce mejores resultados. Lo que se piensa construye realidad. Pero claro es una decisión personal que se une a otras decisiones y construyen un tejido comunitario. Lo que estamos viviendo es la comprobación de conceptos de física cuántica: todo está relacionado, todo está por construirse (no existe el determinismo) y los efectos de la actitud personal (el observador) afectan el resultado final. Como quien dice si usted quiere que Cali cambie, debe empezar por su pensamiento.
Si le ayuda creer que es por COP 16, pues siga en ‘modo COP16′. Es el poder del pensamiento. Es magia, es alquimia “el camino que invita al ser humano a regresar a su auténtica naturaleza, a la conciencia de unidad”. ¿Lo continuamos?
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