Columnistas
¡Olé por la Valle del Lili!
Bien por Cali, bien por la Fundación Valle del Lili que es parte de nuestra identidad.
Así, un olé desgarrado que me sale desde lo más profundo de la garganta. Cuando una faena se completa, cuando se es testigo de la entrega, la pasión, la profesionalidad.
No me refiero ahora a la ‘Tauromagia’, que está por iniciar carteles el 26 de diciembre. Este olé me sale por la Fundación Valle Del Lili que acaba de ser reconocida como una de las mejores a nivel mundial.
Estremece el corazón ser testigo de esta utopía, de este sueño de Martín Wartenberg Villegas, de la visión de Emma Giraldo de Garcés y de la generosidad sin límite de los hermanos Álvaro y Armando Garcés Giraldo, que regalaron las tierras antes sembradas de caña de azúcar. El antiguo Ingenio Meléndez se transformó en la Universidad del Valle, en el Parque del Ingenio, zona verde y pulmón del sur de la ciudad, y en la fundación clínica reconocida a nivel nacional, latinoamericano y ahora mundial.
Veo las fotos que quedarán para la historia, recopiladas en ese magnífico libro escrito y logrado por Luis Guillermo Restrepo Satizábal y Raúl Fernández de Soto. Un libro para sentirse orgullosamente vallecaucano. Martín Wartenberg, Hugo Lora Camacho, Raúl Ortiz, Alice Echavarría, Pilar Uribe, Antonio Obeso, Eugenio Castro Borrero, y Rodrigo Bueno Piñeros, jóvenes sonrientes, osados.
Toda la evolución, desde la casona de Álvaro Garcés en el barrio Centenario, hasta este momento en que centenares de médicos, enfermeros, administradores, aseadores y recepcionistas, cumplen su misión en forma impecable para atender a miles de personas que acuden a ella. Puerta abierta para todos, sin distingos de clase, condición económica u origen.
Acaba de ser honrada por la Acreditación Joint Commission Internacional, después de un examen riguroso y exhaustivo que comprobaron que la Fundación Valle del Lili cumple con más de 1300 indicadores centrados en la calidad, la seguridad del paciente y la mejora continua, la Gold Seal of Approval.
Investigación, repito, exhaustiva por expertos internacionales, basados en: seguridad del paciente, protocolo de atención, estrategias de mejoras, experiencias y satisfacción de los pacientes y la eficiencia en la gestión de los recursos.
Martín Wartenberg fue el director de esta propuesta, su transparencia y ética transitan por ser el director general, director médico y actualmente, de nuevo, ejerciendo en su consultorio su sabia pasión como cardiólogo. Nombró como director general a Vicente Borrero, quien la impulsó en su momento y ya pasó a buen retiro.
El timón está en las manos de Marcela Granados Sánchez y Jorge Madriñán, rodeados de expertos en administración y finanzas, que cumplen a rajatabla sus compromisos.
Me siento parte de la Fundación, la vi nacer, crecer y culminar. La siento como una parte de mi familia extendida. Siempre recibida con amabilidad, calor humano y profesionalidad.
Me sale del corazón otro ‘olé’ porque la Fundación Plaza de Toros también aportó su grano de arena en este sueño hecho realidad.
Espero que los nuevos médicos que llegan sigan siempre el juramento de Hipócrates y traten a cada paciente con honestidad, amabilidad, como lo han hecho sus antecesores, que no permitan que la tecnología y la ambición les estrangule el corazón, porque siempre existen lobos con piel de oveja. Los directores no pueden bajar la guardia y recordar que no siempre lo que brilla es oro ni detrás de la bata blanca exista alguna que otra mancha, ojo.
Bien por el Valle, bien por Cali, bien por la Fundación Valle del Lili que es parte de nuestra identidad.