Columnistas
Pagar para no matar
El gran riesgo de estos pagos está en la definición de sus condiciones para entregarlos, para mantenerlos y para terminarlos. Esa es precisamente mi preocupación de un programa que ha sido anunciado por el gobierno de forma irresponsable
Está claro que un cheque es un buen incentivo para muchas cosas. Más todavía cuando las condiciones para recibirlo son pocas o inexistentes. ¿Quién sería tan pendejo de rechazar plata gratis?
También está claro que muchos delincuentes que cometen crímenes guiados por avaricia, o necesidad, podrán ver una oportunidad para salir del inframundo delincuencial. O simplemente para ganar el doble. ¿Para qué van a perder lo que ya tienen?
Ese riesgo y esa oportunidad coexisten en un enfoque como estos. Acá o en la China. El problema real no está en pagarle a jóvenes en riesgo para alejarlos de las garras del crimen organizado o para sacarlos de él. Cali, Colombia y Estados Unidos tienen programas que lo hacen desde hace rato. Claro que para pelados en barrios marginales que ven en el crimen o el terrorismo un ingreso básico así se reduce en algo el atractivo de entrar en sus filas.
El gran riesgo de estos pagos está en la definición de sus condiciones para entregarlos, para mantenerlos y para terminarlos. Esa es precisamente mi preocupación de un programa que ha sido anunciado por el gobierno de forma irresponsable, sin detalles y además enmarcado en una visión excesivamente ingenua sobre los retos de seguridad del país.
Jugarle a esquemas sin condiciones y temporalidades definidas terminará, muy seguramente, en una extorsión. Los beneficiarios más descarados y avispados solo dejarán de estar en economías ilícitas mientras tengan un ingreso garantizado.
Este y todos los demás programas que pretendan, con razón, darles un alivio económico a estos pelados deben partir desde antes de su comienzo con un norte claro para su fin con una transición hacia oportunidades fuera del sector público. El Estado no tiene la capacidad, ni la responsabilidad, de ponerle mesada a todo el mundo. Jóvenes en riesgo en Colombia hay muchos y ni el corazón más generoso tiene billetera que alcance para que con cheques los mantengamos en la legalidad. Esa es la realidad.
El Ministro de Interior, la Vicepresidenta y el mismo Presidente son irresponsables en tirar bombas de aire como esta que podrían terminar creando incentivos perversos. No conocemos plan alguno sobre cómo sus esfuerzos serán sostenibles en el tiempo ni cómo serán las garantías para los demás que estamos en la legalidad para que los pagos no terminen siendo simplemente un trueque entre actividades ilegales. ¿Se exigirá solamente dejar de asesinar? ¿Tolerarán crímenes silenciosos simplemente porque no son violentos?
La zanahoria se puede y se debe estirar en territorios con necesidades reales donde las presiones para delinquir son muchas. Pero la ausencia de garrote, en este programa y en la estrategia general de seguridad del gobierno, desconoce la realidad que sin consecuencias claras la zanahoria en exceso solo nutre a las gulas. Para los delincuentes que solo buscan engordar el bolsillo, no hay cheque que alcance. ¿Ahí qué cuento sigue, Presidente?
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