Panita, respete la norma

Sucedió esta semana y quedó registrado en video: un vehículo invade el carril del MÍO, en el sector de El Poblado II, oriente de Cali; el guarda de tránsito lo sorprende y lo multa. Luego llega el alcalde, Alejandro Eder, aborda al conductor y le dice: ‘Hermano, ¿cómo está? Vea, panita, le voy a pedir un favor, hay que respetar la norma’; se cruzan un par de palabras, el mandatario le reitera el llamado al conductor y se despide.

La escena está cargada de mensajes: un conductor que circula en el carril solobus, como tantos que vemos a diario cometiendo la misma infracción, porque los articulados no pasan con tanta frecuencia (la flota es insuficiente y lo sabemos) y porque en Cali, desde hace mucho ya, se perdió el respeto por la autoridad. Ese es quizás uno de nuestros más grandes problemas, nos acostumbramos al desorden, a pasarnos por la faja todas las normas que permiten el equilibrio de una ciudad.

Para seguir con el tránsito, las cinco principales causas de sanción en Cali, y que aumentaron en un 20 % de ocurrencia en el 2023, son conducir sin Soat y sin tecnomecánica, transitar por sitios prohibidos, como el carril del MÍO, no detenerse ante la luz roja o amarilla, y conducir motocicleta sin respetar las normas.

Justo ahí está uno de los problemas que más afecta a las ciudades: la prohibición del parrillero hombre se volvió un canto a la bandera, situación que aprovecha la delincuencia para asaltar en las vías y que, por desgracia, es una de las mayores alertas de quienes conducen; tener una moto al lado en un semáforo, con dos pasajeros en ella, acelera el corazón.

El mototaxismo es otro de los líos sin resolver, y aviva el debate frente a la insuficiencia de un transporte público que le abre espacio al ilegal, y que se legitima con esa ausencia, al punto de ver cosas que parecen tan absurdas como macondianas: el viernes, los mototaxistas bloquearon las vías Cañasgordas y Panamericana porque la alcaldesa de Jamundí, Paola Castillo, anunció que quedaba prohibido el parrillero hombre en su municipio.

La circulación de caravanas fúnebres, que atemorizan a su paso, con disparos, bloqueos de vías y música estridente, las agresiones a los guardas de Tránsito y a los conductores del MÍO, los constantes daños en las estaciones, en los lugares públicos, el conducir a alta velocidad, los piques ilegales… tanto por controlar.

Las infracciones no son exclusivas del tránsito caleño, el ruido es la principal causa de malestar manifestada por la ciudadanía y sus sanciones aumentaron un 20 % en el último año. Las basuras abandonadas en las vías, que pusieron a la Alcaldía en sus primeros días a impulsar una campaña por la limpieza, son otro elemento que se volvió común en el paisaje.

Quizás hemos llegado al límite y un punto de inflexión contribuya a que recobremos todo aquello que nos hizo distintos y que se llama civismo. Una conducta que atraviesa nuestra relación con la ciudad y que no solo se logra con multas, aunque estas sean necesarias. Si de verdad queremos que esto mejore, el compromiso es de toda la ciudadanía.

Ya estuvo bueno del caos y la anarquía, que contribuyen a la inseguridad. Ya es hora de recuperar nuestro sitial entre las principales ciudades del país, por ser ejemplo también de convivencia. Es el momento de reconectarnos con nuestra casa común, de cuidarla en todos sus aspectos, de conducir con precaución, de no arrojar desechos en sus espacios públicos, de bajarle al ruido. En resumen, ya es hora, panita, de que respetemos las normas.

@pagope