Opinión
Panorama electoral confuso
En Cali, impacta sobremanera que, ante la pronunciada situación de desigualdad, pobreza e inseguridad de la ciudad, además del mal manejo de los recursos públicos, de nuevo la competencia sea entre personas y no sobre programas y orientaciones políticas.
A menos de tres meses de las elecciones, el panorama electoral regional es políticamente confuso. El debate se ha centrado en rasgos personales y su difusión en las nada confiables redes sociales, pero poco se conoce sobre los programas y del debate abierto y público de los mismos. Es notable la ausencia de partidos políticos fuertes que promuevan tesis y candidatos alternativos que permitan tomar decisiones informadas a la ciudadanía. Es preocupante que algunos candidatos hagan propaganda contra la política y los políticos, cuando de lo que se trata con su elección es precisamente de fortalecer la esfera política y sus representantes.
En el nivel departamental, se da por descontado que la exgobernadora y exdirectora del partido de la U, la médica Dilian Francisca Toro, llegue a la Gobernación. Cierto, tiene un lema convincente para la ciudadanía: “Experiencia y autoridad”. Pero una evaluación crítica más detallada de estos dos temas dejaría mucho que desear: es la expresión más clara del clientelismo tradicional y autoritario de la región. Poco conozco de los otros candidatos, fuera de su trayectoria en el sector privado o como funcionarios públicos. No se sabe cuál es la esencia de sus programas para el Departamento.
En Cali, impacta sobremanera que, ante la pronunciada situación de desigualdad, pobreza e inseguridad de la ciudad, además del mal manejo de los recursos públicos, de nuevo la competencia sea entre personas y no sobre programas y orientaciones políticas. El empresario Roberto Ortiz, ‘El Chontico’, ha sido también concejal del municipio y allí ha jugado un papel decoroso. Pero no se conoce, públicamente, su diagnóstico y programa para la ciudad. Como lo dije hace 4 años, se sabe de su vocación por Cali, pero corre, como entonces, con el lastre de su empresa de lotería y las redes clientelistas y populares que le ha permitido consolidar.
Los candidatos con los que más simpatizo son Alejandro Eder y Diana Rojas. El primero compite por segunda vez por la Alcaldía con el extraño y poco afortunado lema de: “Amor y orden”. Se trata de dos conceptos que remiten a realidades distintas, ya sea en lo emotivo o en la estabilidad en las relaciones sociales, pero no se entienden políticamente. Sabemos que tiene experiencia y seguramente ha hecho un manejo intachable del erario público. Tiene un planteamiento sobre la movilidad en la región y en la ciudad, así como el propósito mejorar las condiciones de competitividad y de seguridad. Pero debe argumentar sobre inclusión y, de manera notable, sobre el tema ambiental y ecológico para la ciudad, especialmente la protección de los Farallones y los ríos.
Diana Rojas ha sido la mejor concejal en este último período y vertical en su denuncia de los malos manejos del alcalde Ospina. Su lema ‘Caleñisima’, le puede llegar a mucha gente, a pesar de la cantidad de ciudadanos migrantes. Muestra la mejor de las intenciones para trabajar sobre la ciudad con ‘vocación política’. Pero es necesario desarrollar un programa breve y pedagógico sobre la ciudad y no sintetizar políticas ya conocidas y verdades generales, por ejemplo, en el tema de seguridad. Hay que dejar que estos 2 candidatos hagan la mejor campaña posible. Pero, con suficiente tiempo, si realmente piensan en la ciudad, deberían unificarse en una sola candidatura, según quien lleve la delantera. No hay que repetir el error de Alejandro Eder y de Michel Maya hace 4 años que, por razones personales y no programáticas, le abrieron la Alcaldía a Ospina. Este personalismo no político le ha hecho mucho daño a la ciudad de Cali, también en otras oportunidades.
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