Abraza la vida, siempre
Abraza a tu hijo, a tu niña. Abrázales con fuerza. Que no haya un espacio para que sientan desamparo. Diles que los quieres una y otra vez. Con palabras, con gestos, con tu entrega diaria.
Abraza a tu hijo, a tu niña. Abrázales con fuerza. Que no haya un espacio para que sientan desamparo. Diles que les quieres una y otra vez. Con palabras, con gestos, con tu entrega diaria. Que sepan que alguien en este mundo da la vida por ellos, por ellas. Hazles el desayuno, sírveles una fruta en la tarde, arrópales en las noches.
Escucha sus aventuras del colegio, sus chistes, sus historias en el parque, sus hazañas, sus tristezas, de sus fracasos. Aprende de sus programas, de su música, de los nombres de sus compañeros, de sus amigas; de quienes les hacen felices, de quienes les causan enfados. Resuelve sus preguntas, a veces tan simples y muchas otras tan complejas; ten paciencia, piensa bien lo que dirás.
Abrázales también con enseñanzas, que sepan valerse por sí mismos, que se sientan orgullosas de sí mismas. Porque amar también es hacerles fuertes, valientes, compasivos, responsables.
Se vale alguna alcahuetería. No se vale que les conviertas en inútiles, llenos de inseguridades. Y se vale menos que hagas de ellos seres intolerantes, indolentes, dictadores, soberbios. Que entiendan el valor de la diferencia. Que sepan que la vida está llena de matices. Que no hay una sola verdad. Que hay obstáculos. Que nada te lo regalan. Que hay que trabajar para lograrlo.
Hace cuatro días perdimos a uno de nuestros niños, en un accidente ocurrido en un parqueadero escolar. Y digo nuestros, aunque no lo conociera, porque la muerte de un niño o una niña toca las fibras de la ciudad. Bien dijo un funcionario, en un audio que se multiplicó por redes sociales: ‘Cali está de luto’. La partida prematura de Nicolás causó un duelo colectivo, manifestado en decenas de conversaciones virtuales en grupos escolares. Ojalá que ese angelito de dos años irradie con su luz el sosiego y la resignación que tanto necesita su familia. Los accidentes, accidentes son. No somos nadie para juzgar al otro. Sí somos alguien para ser solidarios con el otro.
Tras conocer la triste noticia, este lunes muchos buscamos de manera desesperada a nuestros hijos, a nuestras niñas, para decirles cuánto los amamos. Muchas veces pido al cielo sabiduría para encontrar las maneras de que el mío sea más obediente y cause menos líos en su clase, para que cumpla con sus deberes en la casa... porque exigirles también es un acto de amor.
Siempre he insistido que no hay reto más grande en la vida que criar y formar a un hijo. Porque vivir es un acto de equilibrismo, que exige fuerza y concentración. Porque la vida es tan frágil y a la vez tan bella. Porque casi nunca sabemos cuándo termina. Porque cada mañana es una alegría. Y cada luna, un regalo. Por eso, abraza a tus hijos, a tus niñas. Abraza la vida, siempre.
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