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Picasso
Picasso conservaba la suficiente vitalidad como para continuar su tarea de revolucionar en cada nuevo cuadro la pintura...
El cincuenta aniversario de la muerte de Picasso es una buena ocasión para recordar al pintor que en su día llegó a ser considerado el pintor del Siglo XX. Lo hizo Pierre Cabanne en un libro dedicado a él, que tituló sin vacilaciones El siglo de Picasso. Ocurrió en los años 60 de la centuria pasada, cuando el reconocimiento a su obra metamórfica y a su extraordinario talento ya era mundialmente reconocido.
Inclusive en la misma Francia, donde pasó la mayor parte de su vida, y que, sin embargo, tardó en otorgárselo. De allí que esta última esperase casi hasta el final de su vida para rendirle homenaje tanto a través del libro de Cabanne como de la gran exposición de su obra tardía celebrada en el Palacio de los papas de Aviñón.
La exposición que demostró que, a pesar de su edad avanzada, y de una reciente intervención quirúrgica que lo tuvo al borde de la muerte, Picasso conservaba la suficiente vitalidad como para continuar su tarea de revolucionar en cada nuevo cuadro la pintura. De sacudirla hasta los cimientos para ofrecer cada vez una imagen acompasada con el ritmo de un siglo trepidante. Porque si alguien, algún joven, se preguntara como fue el Siglo XX en Europa, creo que le bastaría con hacerse con un catálogo razonado de su obra para obtener una respuesta.
En las diversas etapas de vastísima obra - es probablemente el pintor más fecundo de la historia- están representadas a su manera las distintas etapas del siglo que marcó con su obra. El primer cuadro que pintó cuando era apenas un adolescente, está el realismo decimonónico contra el que levantarían en armas las vanguardias artísticas.
En los numerosos cuadros de los períodos azul están los personajes y los ambientes de la bohemia, el estado vital de la legión de pintores, poetas y músicos situados voluntariamente al margen de una sociedad que ya estaba plenamente dominada por el capitalismo. En los del período rosa, el circo, que ya empezaba a ser el fósil de otra época. Y de repente Las señoritas de Aviñón, titulado así no por los papas, sino por las chicas de un prostíbulo de Barcelona, que anunció de manera contundente que en adelante Picasso iba a ser solo y exclusivamente Picasso, al margen de escuelas y vanguardias programáticas, para poder representar mejor, como ya dije, el ritmo trepidante de un siglo forjado a fuego por las guerras mundiales y las revoluciones proletarias. El siglo corto, que diría Eric Hobsbawm.
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