Columnistas
Políticos y el servicio público
Colombia es un país de regiones, por eso es fundamental para sus gobernantes volcarse a visitar zonas históricamente desatendidas. Sin embargo, la visita por sí sola no soluciona nada, el Gobierno Nacional debe trabajar sí o sí con los gobiernos locales para transformar estos territorios.
Decir que todo funciona bien en Colombia es tan errado como decir que no funciona nada. Nuestro país es uno de los más desiguales del mundo, está en el top 10 de los que tienen el índice de Gini más alto. Además, debemos tener en cuenta que una cosa es la realidad de la Colombia de la ruralidad, y otra la de las ciudades. Y ni qué decir de la realidad que viven las zonas más distantes de nuestro país, como el litoral Pacífico, la Amazonía o la alta Guajira. Pero es igualmente cierto que Colombia en los últimos 30 años ha avanzado, a pesar de la pandemia, Colombia hoy es un país de renta media que en 10 años redujo su pobreza multidimensional a menos de la mitad, pasando de 26,5 % en 2012 a 12,9 % en 2022.
Quienes llegan a cargos de elección popular son sin duda personas que dominan el arte de la persuasión y de hacer política. Y obviamente lo hacen impregnados de una ideología. Sin embargo, cuando llegan al poder, sobre todo si son cargos del Ejecutivo, los ciudadanos esperamos que esos políticos dejen atrás las campañas y piensen en colectivo, es decir, que gobiernen pensando en todos, tanto en los que votaron por ellos como en los que no lo hicieron. Adicionalmente, esperamos que lleguen para ser los mejores servidores públicos; honestos, innovadores, eficientes y ejecutivos, en últimas lo que todos los ciudadanos queremos es que estos servidores públicos (presidente, gobernadores o alcaldes) resuelvan los problemas públicos para que todos vivamos mejor.
Necesitamos políticos que sepan que en el momento en el que llegan a sus cargos deben ser y tener un equipo con toda la convicción de ser los mejores servidores públicos. Además, deben entender que atender a unos no puede significar no atender a los demás. Que las ciudades tengan mejores condiciones que las zonas rurales para su desarrollo no significa que estas no necesiten del Gobierno Nacional. Es tan simple como el caso de los padres con varios hijos. Estos deben atender al mayor o más fuerte como al más pequeño o débil, potencializando a cada uno sus fortalezas y reconociendo sus debilidades.
Por esto preocupa los ánimos conflictivos que se oyen en la realidad política actual de nuestro país. Líderes buscando con quién pelar y enemistándose con todos lo que no piensan como ellos. Esta realidad termina afectando las dinámicas que se viven en los territorios, que siguen sin tener soluciones concretas ni reales a sus problemas. Colombia es un país de regiones, por eso es fundamental para sus gobernantes volcarse a visitar zonas históricamente desatendidas. Sin embargo, la visita por sí sola no soluciona nada, el Gobierno Nacional debe trabajar sí o sí con los gobiernos locales para transformar estos territorios. Promesas sin ejecución no sirven de nada, solo victimizan más y profundizan el centralismo. Para esto en lo local también se debe tener los mejores servidores públicos.
Ir a las regiones es muy necesario, pero más importante aún es trabajar de la mano con quienes gobiernan en los territorios y hago énfasis en esto porque los ciudadanos no queremos discursos, queremos acciones. Queremos una economía creciendo, proyectos públicos ejecutándose, queremos programas sociales que solucionen de fondo las desigualdades (sin ser solo asistencialismo), queremos transformación, la que no llegará si tenemos como líderes a políticos que se quedan como políticos y no se transforman para ser los mejores servidores públicos. Es decir, menos polarización, menos peleas, menos ideología y más ejecución que las problemáticas no dan espera.
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