Columnistas
Por la dignidad de Colombia - Acuerdo Nacional
Hoy, nuestra Patria, dividida y polarizada, tiene necesidad de unirse en un clima de diálogo, en el cual sintamos que nos necesitamos, para trabajar juntos...
A la Iglesia nada de lo humano le es indiferente, ella quiere, por mandato de su divino Fundador, hacerse palabra, mensaje coloquio con el mundo. Debido a ello; los papas Pablo VI en 1968, Juan Pablo II en 1986 y Francisco en el 2017, le hablaron a los políticos, empresarios, gobernantes , industriales, trabajadores y al pueblo colombiano, que escucharan el grito del pueblo que pedía cambios fundamentales para lograr la dignidad de su existencia, salir de la pobreza, ser tenidos en cuenta para lograr como dice el papa Francisco la solución en justicia de las tres T: techo, tierra, trabajo, puesto que ellas llevarían a la consecución de la dignidad, el desarrollo y la paz.
Carlos Lleras Restrepo en el año 1969 trató de que se integrara un plan nacional de desarrollo para Colombia, que contara con la participación de todos, para que en él se reflejara el querer y el sentir de los colombianos y que período tras período presidencial lo fueran cumpliendo ordenadamente y lograr ese desarrollo necesario que liberara ya de la pobreza y las desigualdades a los colombianos. Unos años más adelante el candidato presidencial Álvaro Gómez, en la misma línea de unir a los colombianos en la búsqueda del Bien Común, insistía en el ‘Acuerdo sobre lo fundamental’, que consistía en la primacía y respeto por la ley, la fundamentación de la moral y los principios, la educación, la apertura de la economía y su responsabilidad para el servicio al hombre, y así la consolidación de la familia.
Hoy, nuestra Patria, dividida y polarizada, tiene necesidad de unirse en un clima de diálogo, en el cual sintamos que nos necesitamos, para trabajar juntos, como decía el Papa Francisco en ‘Soñemos juntos’. Necesitamos proclamar que ser compasivos, tener fe y trabajar por el Bien Común son grandes metas de vida que requieren valentía y reciedumbre, para lograr con un verdadero liderazgo impulsar el sentido de fraternidad para poder enfrentar los desafíos que tenemos por delante. Eso será posible si reconozco con humildad que solo soy una criatura y que necesito de los demás porque asumo mi fragilidad y mi debilidad, por lo cual, reconozco que la vanidad, la soberbia, el orgullo y el desconocimiento de una entidad sobre humana es la que nos dará la justa armonía para alcanzar la verdad, libertad y la vivencia en paz.
Este es el momento para soñar en grande, para repensar nuestras prioridades, lo que valoramos, lo que queremos, lo que buscamos y para comprometernos en lo pequeño y actuar en función de lo que hemos soñado. Hay que morir a los apegos, a la arrogancia, la soberbia, bajarle la velocidad al ego, los egos, es el momento de tomar conciencia y diseñar maneras mejor de convivencia en nuestra Patria. Nos dice el papa Francisco: “Hoy, más que nunca, ha quedado expuesta la falacia de convertir el individualismo en el principio rector de nuestra sociedad”. Es el momento de buscar entre todos la dignidad que se nos ha perdido, para buscar la salida y respuesta que realice la existencia de todos los colombianos.
Por último, quiero acudir a las ideas de un siquiatra, psicoterapeuta y científico que, a lo largo de 18 años, trabajó una nueva teoría sobre el desarrollo de la mente y la construcción de la inteligencia y que se atrevió a hablar del ‘Audaz proyecto transcendental de Cristo’, dice: “Él, por medio de sus principios inteligentes y raros, estaba transformando a aquel grupo de incultos galileos en una fina estirpe de líderes. Líderes que no tuvieran la necesidad de que el mundo girara en torna a ellos, que se vacunaran contra la competencia depredadora y contra las raíces del individualismo. Líderes que tuvieran más placer en servir que en ser servidos, que aprendieran a darse sin esperar nada a cambio, que estimularan la inteligencia unos a otros y abrieran las ventanas del espíritu humano. Líderes que trabajaran con dignidad, líderes que fueran ingenieros de ideas, que supieran trabajar en equipo, que expandieran el arte de pensar y fueran coherentes”.
Es por eso que para recuperar la dignidad de Colombia, necesitamos ese acuerdo en donde surjan esos verdaderos líderes, que en verdad se formen en la escuela de la mente y de la inteligencia de Jesús el Cristo.