Columnistas
Promesas y realidades
Podría decirse que es una especie de agitación y propaganda que solo sirve para confundir hasta que la realidad, una realidad bien distinta se hace presente: la de gobernar.
Es muy habitual que, en las nuevas y perversas formas de hacer campaña electoral, se acumulen promesas de tal o cual candidato sobre lo que se va a hacer pero que, al final, terminarán confrontadas con una realidad que se mantiene fría y a la espera de lo que se puede y debe hacer.
Podría decirse que es una especie de agitación y propaganda que solo sirve para confundir hasta que la realidad, una realidad bien distinta se hace presente: la de gobernar.
En este sentido, quisiera señalar y celebrar que las promesas electorales utópicas del presidente Petro del tren aéreo Buenaventura-Barranquilla, se hayan estrellado con la realidad y que el presidente haya reconsiderado ese proyecto inviable y trate de reconducirlo hacia un éxito que dependerá de los análisis y estudios definitivos que lo hagan viable en todos los sentidos.
En esa rectificación y a través de su ministro de Transportes, allá por julio de 2023, el presidente parece tener bastante clara la idea más loable y eficaz de unir al Pacífico con el Caribe por vía férrea aprovechando la anterior infraestructura ferroviaria ya instalada del antiguo tren del Pacífico y la vía ya recuperada que va de la Dorada a Santa Marta.
Personalmente, me alegraría que así fuera puesto, que ese éxito suyo sería un éxito para Colombia.
Las promesas públicas del gobierno nacional con el Valle del Cauca, tales como el tren de cercanías de Jamundí a Cali, la reactivación del tren del Pacífico que comunicará a Cali con Buenaventura, lo mismo que la construcción de la vía Yumbo-Mulaló-Loboguerrero y que se uniría a la doble calzada Buga- Buenaventura, así como el tren aéreo entre Buenaventura y Barranquilla, o la construcción de una nueva Universidad Pública en el sector de Aguablanca en Cali y el fortalecimiento de la Universidad del Pacífico entre muchos otros, siguen sin tener visos de realidad.
A todo ello hay que sumar las promesas y sueños incumplidos del gobierno departamental, como la ampliación de la doble calzada de la avenida Cañas Gordas que va de Cali a Jamundí.
Mientras tanto, es deber democrático de los gobernantes sean de centro, derecha o izquierda, cumplirle a la población lo que prometieron en las campañas electorales o explicar públicamente por qué no han podido cumplir. No olvidemos que es de sabios rectificar y de necios o cobardes sustentar el engaño.
Como lo idílico y la realidad no suelen ser precisamente complementarios, lo mejor sería que tanto el gobierno nacional como el departamental manifestaran públicamente, cuáles de las anteriores obras públicas se comprometen a iniciar y terminar antes de que finalicen sus mandatos de gobierno; pero también saber de los candidatos y candidatas a la Presidencia de la República, a cuáles de ellas, en su caso, le darían continuidad en el supuesto de salir elegidos para el período de gobierno que va del 2026 al 2030.
Reitero que lo mejor para el Valle del Cauca y la Región del Pacífico colombiano es que las anteriores promesas se inicien y se terminen pronto tanto en los presentes como en los próximos gobiernos porque solo así, lograremos avanzar en la construcción de verdaderas políticas de Estado y demostrar con ello que tanto la política como los políticos están aquí para el servicio público y el bienestar de la ciudadanía, como un concepto básico de la de
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