Columnistas
¡Quieta esa mano!
Alrededor de la mano en cuestión se ha generado un comercio de artesanías y elementos alusivos, se convirtió en un punto de referencia del oriente de Cali, se ganó un espacio importante...
Va a quedar con la misma categoría de la piedra del Peñol, la ciudad amurallada, la quinta de San Pedro Alejandrino, Cristo Rey, entre muchos otros monumentos nacionales. La ‘estructura-escultura’ ubicada en Puerto Rellena más conocida como el monumento a la resistencia será declarada monumento nacional, ‘gústele a quien le guste y los demás pueden llorar’, como diría Francia.
Los ‘contra monumento’ anuncian, desde el derribamiento de la mano, es una mano grande que sostiene un cartel con la palabra resistencia y hago la descripción porque muchos caleños nunca la han visto ni les interesa conocerla, hasta ‘tutelatones’. Demasiado tarde: el monumento llegó para quedarse y allí se debe quedar.
Es feo (esa es otra discusión que no viene al caso), no representa a la mayoría de caleños, pero sí representa a una ‘inmensa minoría’ que considera que la ‘lucha’ que dieron durante el paro de 2021, merece tener un monumento que le recuerde a las futuras generaciones los tristes episodios que allí sucedieron, estoy de acuerdo.
En esta época de ‘resignificaciones’ y ‘narrativas’ la discusión sobre el monumento a la resistencia cobra relevancia porque es un homenaje a un hecho reciente, del que conocemos todos los detalles y no un monumento como el de Sebastián de Belalcázar, un personaje que no fue un santo y al que la historia ha ‘resignificado’ con ‘narrativas’ de gestas heroicas; si los conquistadores Belalcázar, Jiménez de Quesada, Blas de Leso, Pizarro y Hernán Cortés, hicieran hoy lo que hicieron hace 500 años estarían enfrentando a la Corte Penal Internacional y todos tienen su monumento.
Alrededor de la mano en cuestión se ha generado un comercio de artesanías y elementos alusivos, se convirtió en un punto de referencia del oriente de Cali, se ganó un espacio importante y produjo un movimiento social a su alrededor, además de la discusión estética, urbanística y legal que ha generado, si estas no son condiciones suficientes para declararlo patrimonio de la ciudad no sé qué más falta.
La ciudad tiene cosas más importantes de qué ocuparse para entrar en el desgaste de tumbar o retirar dicha ‘estructura-escultura’ dejen quieta esa mano y resuelvan problemas reales.
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