Ivermectina y sentido común
La presente historia comenzó el pasado 30 de abril en Loreto, un pequeño pueblo de la Amazonía Peruana, cuando el canal Perú21TV entrevistó al médico Sergio Bardon.
La presente historia comenzó el pasado 30 de abril en Loreto, un pequeño pueblo de la Amazonía Peruana, cuando el canal Perú21TV entrevistó al médico Sergio Bardon, para averiguar sobre su experiencia en la atención de pacientes con Covid-19. Su respuesta fue que, ante la carencia de UCI en la zona, aplicó un tratamiento en casa, basado en Ivermectina y otras tres drogas, con el que manejó más de 200 pacientes, de los cuales uno requirió hospitalización y ninguno murió.
La noticia se difundió a otros pueblos de la cuenca amazónica en Brasil y Bolivia, y les llegó a los profesionales de la salud en Lima. El Ministerio de Salud adoptó un protocolo que incluía la Ivermectina y estableció en Lima la ‘operación Tayta’, para atender a la población más vulnerable. No se trataba únicamente de detectar el virus y las personas sintomáticas sino de tratarlas inmediatamente para evitar las muertes y la congestión de los servicios de salud. Las tasas de mortalidad por Covid-19 comenzaron a caer en Lima y en todo el país, y después de 107 días el gobierno levantó la cuarentena y el confinamiento en la capital.
En 1960, el investigador japonés Satoshi Omura, recogió muestras de tierra en un campo de golf de Tokio para buscar agentes antibacteriales, en cuyo análisis aisló un hongo con alto nivel de eficacia en el tratamiento de los gusanos parásitos. Omura y su colega norteamericano Campbell sugirieron usarla para tratar la Ceguera de Río u Oncocercosis, causada por un gusano que dejaba ciegos a millones de africanos. Posteriormente se ensayó con igual éxito en la filariasis que produce la hinchazón de las piernas llamada elefantiasis. En casos menos incapacitantes, pero más frecuentes, la Ivermectina es la droga de elección para tratar la sarna y los piojos.
Desde su aprobación para uso en humanos en 1987 hasta el momento, se han administrado más de 3700 millones de dosis donadas por los laboratorios Merck. Su tolerancia ha sido muy buena, sus efectos adversos mínimos y sus contraindicaciones escasas. Es difícil encontrar, otra droga que haya sido probada en tantas personas.
Aunque originalmente se prescribió para tratamiento antiparasitario, estudios recientes han demostrado que tiene actividad antiviral in vitro sobre VIH, Dengue, Virus del Nilo y Conovid-19. Una observación, de interés epidemiológico, es que los países africanos donde se ha utilizado Invermectina tienen tasas de mortalidad por Conavid-19 mucho más bajas que el resto del mundo. No resulta tan extraño que se le hubiera ocurrido a Bardon utilizarla.
Hay muchos estudios clínicos serios que muestran resultados positivos muy similares a los observados por Bardon, pero no tienen los requisitos de los estudios clínicos controlados y algunos puristas aducen que no se puede ni debe usar el medicamento mientras no se haya demostrado su eficacia e inocuidad.
Bienvenidos los estudios controlados que se están adelantando en Cali y cuyos resultados resolverán el dilema. Pero bienvenidas también las intervenciones de búsqueda, aislamiento y tratamiento domiciliario precoz que ha venido adelantando la Alcaldía de Cali. Pronto veremos sus resultados. Mientras tanto, no se pueden abandonar el uso de mascarilla, lavado de manos y distanciamiento físico.
Remato con este comentario del Dr. Luis Eduardo Bravo lleno de compasión y sentido común: “En el contexto de una pandemia, además de la medicina basada en la evidencia prefiero que se actúe utilizando otros modos de razonamiento para cumplir con nuestro juramento: ‘No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos’, recordando que la medicina es ciencia y arte ejercida con respeto en beneficio de la humanidad. Cuando no hay conocimiento previo, la mejor evidencia puede ser la opinión de un experto o las series de casos, con evidencia débil, pero con evidencia”. para determinar la consistencia”.