Columnistas
Salud sin caja
Sería absurdo y obtuso no reconocer que por muchísimos años los colombianos se han quejado de manera clara y reiterada por la dificultad para ser atendidos por el sistema de salud.
La más reciente encuesta electoral de Guarumo, la de agosto, midió los posibles candidatos presidenciales para el 2026; sin embargo, no me voy a referir a cómo les fue a ellos. Lo que me llamó la atención de la encuesta es su análisis del ambiente político y, específicamente, la respuesta que dieron los encuestados cuando les preguntaron ¿cuál es el tema que a usted hoy más le preocupa en Colombia?
El acceso a la salud se llevó el oro olímpico, con el 21,9%. La salud, aunque siempre ha estado dentro de los asuntos más sentidos por los colombianos, no recuerdo haberla visto primera en el podio. Lo que sí recuerdo es que cuando las diferentes encuestadoras midieron la posible reforma a la salud, la mayoría de los colombianos decían no estar de acuerdo con ella.
Sería absurdo y obtuso no reconocer que por muchísimos años los colombianos se han quejado de manera clara y reiterada por la dificultad para ser atendidos por el sistema de salud. Ni qué hablar del tiempo de espera para obtener una cita con un especialista. Sin embargo, la percepción frente al sistema de salud cambió ostensiblemente después de la pandemia, donde se puso a prueba de verdad. Y hoy, después de la discusión dada por el gobierno nacional para cambiar el sistema, todo muestra que los colombianos aprecian lo que tienen y les da miedo perderlo. Si bien es cierto que hay oportunidades de mejora, poner en riesgo su funcionamiento nos angustió en gran medida.
Los colombianos no se preocupan porque sí, esto debe tener un fundamento de fondo. Revisemos qué puede estar pasando. Recientemente, se han presentado un par de hechos importantes en el país, que pueden estar afectando la percepción ciudadana. El primero de ellos pudo haber sido las intervenciones a las diferentes EPS y la solicitud de dos de ellas —si mi memoria no me falla— para liquidarse de manera voluntaria. El segundo hecho es la falta de pago por parte del Estado a los diferentes actores del sistema.
Es innegable que estos dos factores pueden estar afectando la prestación del servicio. La situación tiende a ser crítica, pues al parecer un número significativo de IPS ya no tienen caja para operar. Y si por allá llueve, por la red pública de hospitales no escampa; también están sin flujo.
Esto es tan delicado, que el alcalde de Cali hizo un llamado para que se giren los recursos pendientes de pago; incluso se atrevió a expresar su temor por un posible colapso del sistema, de no irrigarse caja a la red pública y privada. La Gobernación del Valle se sumó a este llamado y en conjunto con la alcaldía y con otros actores crearon la alianza vallecaucana por la salud. Hacen falta, según ellos, un billón de pesos.
Debo reconocer que la Superintendencia de Salud ya creó una mesa técnica para trabajar en este asunto y en conjunto con el Ministerio de Salud están revisando los pormenores. Todos esperamos que se puedan encontrar salidas.
No hay nada más preocupante que uno se sienta enfermo; la duda de qué puede ser y qué tan grave sea, te desvela. Lo único que le apacigua los nervios es saber que en Colombia existe un sistema de salud que tiene cobertura universal y que, a pesar de sus dificultades, funciona. Te van a atender.
No en vano están intranquilos los colombianos; si el sistema entra en crisis o deja de atender por falta de caja, el mayor pecado será enfermarse. ¡Qué miedo que no haya quien te atienda!
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