Columnistas
Seguridad ciudadana y tránsito
Los ciclistas están en alto riesgo, pero muchos de ellos no ayudan. Muchos motociclistas transitan incumpliendo las normas mínimas...
Una política de Seguridad Ciudadana, incluso más incluyente como la Seguridad Humana, es compleja y tiene múltiples dimensiones. Si nos referimos solamente a la violencia homicida y a las lesiones personales, una distinción importante es entre los hechos intencionales y los no-intencionales, entre los que se destacan los hechos de violencia en Accidentes de Tránsito A/T. Me circunscribo a estos últimos, ya que tienen un peso estadístico importante y sociológicamente son muy significativos.
La Revista Criminalidad de la Policía Nacional, para el año 2020, reporta 627 homicidios en el Valle del Cauca y 4.789 lesiones personales en A/T. Aproximadamente, un poco más de la mitad de estos casos puede haber sucedido en la ciudad de Cali.
La cifra, por sí escandalosa, encubre un problema sociológicamente relevante, ya que muestra las consecuencias letales del precario acatamiento de las normas de tránsito por parte de los ciudadanos, que, a su vez, es también una expresión del precario acatamiento de las normas legales en la sociedad en su conjunto, lo que se puede relacionar con la situación de inseguridad y violencia que vivimos.
Hay que comenzar describiendo las dificultades del peatón para transitar por la ciudad. No solo los andenes están en pésimo estado y son peligrosos para el peatón. No hay un sistema de cebras establecido con prioridad para los peatones que entonces se arriesgan por cualquier lugar: los niños, los adultos, los ancianos, las personas con discapacidad. Cada quien opta en cualquier sitio por una ‘oportunidad’ para pasar la calle.
En Cali, muchas personas se movilizan en bicicleta, lo que a todas luces se debe incentivar. Por ello, los ciclistas tienen en varias vías un corredor especial, pero no siempre lo usan. Manejan repetidamente en contravía y se pasan los semáforos en rojo. Los ciclistas están en alto riesgo, pero muchos de ellos no ayudan. Muchos motociclistas transitan incumpliendo las normas mínimas y creando situaciones de riesgo, repetidamente: andan a altas velocidades, adelantando vehículos por la izquierda o la derecha, culebreando de manera temeraria. Muy peligrosos cuando transitan a toda velocidad por los andenes y salen personas de las viviendas. Personalmente, me sucedió saliendo de la Sociedad de Mejoras Públicas, frente a La Merced: “por poco lo matan”, me gritó un taxista que pasaba por allí.
Finalmente, hay que referirse a los vehículos motorizados: camiones, buses y automóviles que también manejan incumpliendo normas. Hay de todo, pero en el caso de los automóviles, muchos vehículos polarizados de alto cilindraje son temibles y hacen lo que se les viene en gana. En suma, manejar en Cali es desagradable y peligroso, por la forma imperante del tránsito, donde la ley es la del más vivo o la del más fuerte, en una sociedad sin leyes.
El tránsito es un campo de acción muy significativo para la Seguridad Ciudadana, donde las autoridades pueden inducir una política que ordene el tránsito y, por esta vía, contribuir al reordenamiento civilizado de la ciudad. Se deben aprovechar mejor los agentes de tránsito que ya operan, haciéndolos más eficientes, pero creo que también se le deben asignar funciones complementarias de control del tránsito a la Policía. No se entiende cómo frente a un problema que requiere autoridad, la Policía no se da por implicada y sigue su ruta. No logro entender el papel de las ambulancias que también llegan peligrosamente al lugar y se pelean por la atención de los heridos. Se requiere una gran dosis de pedagogía y de cultura ciudadana en este campo, pero se puede innovar también, con incentivos para quien transite adecuadamente: rebajas en los impuestos de vehículos.
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