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Fernando Posada | Foto: El País

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Si el presidente lo dice…

¿Cómo alguien que hoy tiene a decenas de líderes de protestas pasadas en cargos de poder ahora reprocha que quienes protestan en su contra tienen un discurso político?

9 de septiembre de 2024 Por: Fernando Posada

Ante cada escenario en que el presidente Gustavo Petro ha tenido la oportunidad de adoptar un tono de pluralismo y entendimiento frente a otros sectores, su decisión siempre ha sido avanzar por el lado contrario. En los últimos dos años, son muy pocas las veces en que el presidente ha evitado asumir el camino de la abierta discordia.

La explicación es sencilla, pero sus implicaciones no necesariamente lo son. El presidente cree, como lo ha creído durante tres décadas de carrera política, que parte de su labor es buscar permanentes motivos de división, con el pretexto de que eso mantendrá unidas a sus bases electorales. Lo que pone en problemas esa lógica es que ahora es el presidente de toda una nación y no un agitador con la mirada sectaria de quien quiere mantener los ánimos indignados entre un mismo sector.

La semana pasada, el presidente Petro tuvo que dar manejo a una compleja crisis por cuenta del paro de los transportadores. Y a pesar del buen manejo que algunos de sus ministros le dieron a la crisis, el presidente insistió en mantener la misma línea que como senador criticó durante gobiernos pasados: negar la legitimidad del movimiento en contra de sus decisiones. En cada trino, y especialmente en su desafortunada alocución, Petro reiteró que esa protesta no era un movimiento social válido e intentó asociarlo con otros sectores políticos. Como si en los gobiernos pasados las protestas no tuvieran evidentes banderas políticas. ¿Cómo alguien que hoy tiene a decenas de líderes de protestas pasadas en cargos de poder ahora reprocha que quienes protestan en su contra tienen un discurso político?

Todo esto tiene una explicación de fondo: la única unidad que le interesa al gobierno es la del sector que lo eligió. Para ellos gobierna y para ellos habla, pero poco recuerda que tuvo la oportunidad de avanzar en decisiones que reconciliaran al país. No solo el discurso del presidente es cada vez más divisivo: también sus electores, especialmente los de la segunda vuelta, se sienten cada vez menos identificados con su lectura ortodoxa de la realidad nacional. Así las cosas, cualquier encuesta –escojan ustedes la firma encuestadora de su gusto– corrobora que Petro está lejos de lograr mantener unida a su propia base electoral, tan desilusionada por estos días.

Ahora resulta que las protestas solo son válidas y las manifestaciones únicamente provienen legítimamente de ‘el pueblo’ cuando el presidente Petro lo dice. Obviamente, la única protesta que le parece válida es la que es a favor suyo. Cualquier otra cosa, según su divisiva forma de entender la realidad nacional, es una protesta de ‘ricos’ y de ‘defensores del capital’.

Lo grave de la forma en que Petro se ha atribuido la facultad de decir qué es una movilización social válida y qué no, es que esa fórmula solo conduce a la exclusión y a la negación. En cada oportunidad que ha tenido de escuchar a sus críticos y entregar un guiño de diálogo democrático, ha decidido desconocer todas las expresiones en contra de su mandato. Para él, el único ‘pueblo’ es el que lo apoya y todo lo demás parece estar destinado a ser desconocido y negado.

Dice mucho del espíritu democrático de un líder político que cualquier movilización en su contra sea inmediatamente desconocida y descalificada. El camino de encierro ideológico y de falta total de autocrítica que ha asumido el presidente solo traerá de la mano lo que menos necesita el país: un escenario de creciente sectarismo y división.

@fernandoposada_

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