Columnistas
¡Sí podemos!
La limpieza y la higiene no tienen estrato económico. Todos somos ciudadanos con las mismas obligaciones y deberes: mantener un mínimo de sentido de pertenencia con la ciudad que habitamos.
Los meses pasan volando y ‘en un santiamén’ tenemos que estar preparados para la COP16, se calcula que más de 12 mil personas llegarán a Cali y sus alrededores.
Necesitamos unirnos todos, cada uno de nosotros seremos anfitriones y responsables de que todo salga perfecto. No podemos ser indiferentes a este compromiso ni pensar que toda la carga logística recae en el comité organizador, y esperar que la magia llegue solita. Es obligación de cada ciudadano de Cali, de cada municipio, de cada vereda del departamento, el sentirse parte activa de este compromiso.
Poner cada uno su grano de arena. Contagiarse de entusiasmo, amor y colaboración con su región, su entorno, su barrio, su calle, su andén. Sentirse orgulloso de su oficio, panadero, mesero, chef, artesano, vendedor de frutas, pequeños y medianos comerciantes, jardineros, guardas de tránsito, policías, libreros, empresarios, comunicadores, propietarios de restaurantes, boutiques, almacenes de cadena, supermercados, mercados públicos, estaciones de gasolina, empleados de terminales de transporte, taxistas, personal de aeropuerto, guías de turismo, traductores, estudiantes de colegios, universitarios, profesionales, jubilados, amas de casa, ejecutivas, civiles del común, todos somos anfitriones de visitantes de más de cien países. Es nuestra casa donde los vamos a atender.
Nuestra prioridad es el civismo, la unión de todos. Limpiemos las culatas de los edificios, (algunas dan al Bulevar de la Avenida Colombia y son una vergüenza pública) dejemos de tirar desperdicios y basura a la calle, el sábado pasé por la glorieta de Meléndez y daban ganas de taparse las narices del basurero regado en las calles, el mugrero, el despelote, la falta de respeto por su ciudad, un cochambre.
Ser pobre no significa. Ser sucio. La limpieza y la higiene no tienen estrato económico. Todos somos ciudadanos con las mismas obligaciones y deberes: mantener un mínimo de sentido de pertenencia con la ciudad que habitamos. No tire los sofás viejos a los caños. No dejemos cáscaras de frutas desparramadas en los andenes, ni botellas de plástico vacías, ni papeles sucios, ni restos de comida en recipientes de icopor.
Si podemos tener las fachadas limpias, sembrar una mata, botar el papel a un recipiente de basura, sonreír al vecino, dar los buenos días, dar las gracias, mirar a los ojos. No subir los decibeles al máximo, respetar los semáforos. Los motociclistas pueden dejar de embestir, zigzaguear, agredir. Los que piden limosna por limpiar los vidrios de los carros que dejen de aterrizar sin avisar, dejando todo enjabonado como venganza cuando no aceptamos el ‘servicio’.
Los ‘colados’ del MÍO pueden empezar a hacer fila y pagar su pasaje, en vez de comportarse como una fiera escapada de un zoológico.
Desde hoy mismo, todos, sin excepción, podemos cambiar de actitud y ayudar a Cali, para lograr ser la perfecta anfitriona del mundo mundial. Tenemos de todo, clima, salsa, museos, bulevares, estadios, parques, clima, farallones,
alegría, música, gastronomía, diversidad cultural y étnica. Biodiversidad única.
No podemos ser indiferentes. El compromiso es un verdadero reto, pero también una única oportunidad. ¡Unidos sí podemos!
Posdata. Ya empiezan los buitres carroñeros capitalistas a regar la bola de ‘que ese compromiso nos va a quedar grande’, y, ¡ojo!, no son buitrecitos, son gigantes apocalípticos que desean y vaticinan el fracaso. ¿Nos vamos a dejar o vamos a demostrar berraquera, unión, perrenque y pasión?
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