Columnistas
Sí se puede
Esa es la Nueva Colombia. Una Colombia optimista, de emprendedores, con sentido social, responsabilidad ambiental y que responden a muchas de las necesidades del resto de Colombia.
No es fácil sustraerse a las preocupaciones de todos los días por cuenta de los errores y daños que viene haciéndole Petro al país. Sin embargo, es importante recordar que Colombia es mucho más que Petro y hay razones de sobra para no caer solo en el pesimismo y las lamentaciones. Me refiero, por ejemplo, a tres muy importantes proyectos en la Altillanura, que solo admiración y optimismo despiertan.
Sobre todo, por el potencial que tienen para lograr mucho más. Me refiero a Bioenergy, a la Fazenda y a la comunidad de los Menonitas. Esa es la Nueva Colombia. Una Colombia optimista, de emprendedores, con sentido social, responsabilidad ambiental y que responden a muchas de las necesidades del resto de Colombia.
Bioenergy es la empresa constituida por Ecopetrol hace un poco más de diez años para producir etanol. En una zona sin tradición en caña y con múltiples problemas y errores cometidos en la construcción y puesta en marcha del proyecto todo indicaba que la empresa iba camino al fracaso.
Pues bien, el entusiasmo de un grupo de importantes empresarios le ha permitido no solo subsistir, sino que se le puede ver con un futuro promisorio. Hoy cultivan cerca de 20.000 hectáreas de caña y la planta industrial, si bien tuvo problemas en la financiación, en lo físico es una destilería con las mejores especificaciones técnicas y con un tamaño comparable con las más grandes del Valle del Cauca.
Tienen muchas tareas por delante, pero el empuje empresarial, el compromiso de los socios y el equipo humano con el que cuentan permite esperar noticias muy positivas de este proyecto en los próximos años.
A la misma altillanura llegaron hace 10 años cinco familias de la comunidad Menonita provenientes de México. Con la agricultura en sus venas hoy son ya más de 250 familias que desarrollan una agricultura de alta tecnología, con esa actitud del granjero norteamericano, donde la familia en su conjunto es quien labora en el campo.
Mientras el hombre maneja el tractor, la esposa maneja la cosechadora y los hijos ejercen las labores complementarias. El desarrollo que han hecho de las vías, de la infraestructura, de sus casas, bodegas y facilidades de almacenamiento y secamiento hace que uno se siente en el medio oeste norteamericano. Hoy cultivan cerca de 50.000 hectáreas y son muy importantes proveedores de las necesidades nacionales de soya.
Por último, el caso de la Fazenda es verdaderamente espectacular. En veinte años han logrado desarrollar un área de otras cincuenta mil hectáreas dedicadas fundamentalmente a la producción de soya y maíz con un enfoque de agricultura de precisión y usando el más alto nivel de tecnología en toda actividad agrícola.
La producción se dedica a la elaboración de concentrados con los que alimentan una producción de cerdos que les permiten sacrificar 2.000 animales diarios con los más altos estándares de bioseguridad y calidad.
Cualquiera de los tres proyectos daría para páginas y páginas, pero, lo más destacable, es que muestran de manera contundente que mientras haya espíritu empresarial y compromiso, sí se puede.
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