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Sirenas a todo volumen
Son un peligro público por cuenta de la guerra del Soat con la complicidad de las entidades que dan jugosas comisiones según la gravedad de los heridos que les lleven, protagonizan accidentes y, paradójicamente, otras ambulancias llegan a pelear la atención del accidente

Las ambulancias, vitales en una ciudad que se desangró y que vio cómo salvaron miles de vidas, en los últimos años pasaron de la solución al problema. Van a mil, con sus sirenas a ‘garganta quemada’, ensordecedoras, rugiendo a cualquier hora, sin importar quién va transitando, quién está durmiendo y pasando por alto todas las normas de tránsito.
Son un peligro público por cuenta de la guerra del Soat con la complicidad de las entidades que dan jugosas comisiones según la gravedad de los heridos que les lleven, protagonizan accidentes y, paradójicamente, otras ambulancias llegan a pelear la atención del accidente causado por ellas mismas y es frecuente ver a sus operarios disputando verbalmente y a trompadas el herido, que yace en el piso esperando quién se va a quedar con el jugoso botín de su seguro obligatorio, especialmente el de los motociclistas por lo que el terreno está abonado para la guerra del centavo.
Hace varias administraciones se ha tratado de acabar esta situación sin que se haya encontrado solución a la sobreoferta, ya que Cali tiene más de 400 ambulancias, lo que provoca una feroz competencia por los clientes.
Las ambulancias invaden los carriles del MÍO, circulan en contravía por andenes y autopistas, desafiando toda autoridad divina y terrenal, muchas de ellas sin los documentos en regla y con pendientes en materia de seguros y revisión técnico mecánica. El año pasado se presentaron en Cali catorce siniestros viales con ambulancias y varios de ellos dejaron personas fallecidas. También se inmovilizaron catorce por maniobras peligrosas, no tener los documentos al día, incluyendo el Soat y por su mal estado técnico mecánico.
En otros países, ser conductor de ambulancia implica una gran responsabilidad y requiere una capacitación no solo en atención médica, sino también en tránsito y transporte de enfermos, que no es lo mismo que llevar carga, como suele ocurrir aquí.
Dónde y cómo se capacitan las personas que trabajan en estos vehículos también deja serias dudas, sería bueno revisar sus condiciones de trabajo porque trabajan expuestos al sol y al agua con turnos largos, en una ciudad con altas temperaturas, y expectantes a cualquier llamado de socorro que por supuesto significa dinero.
Mientras esto siga así, seguirá siendo un peligro tener cerca una con la sirena a todo volumen pidiendo el paso desesperadamente. Que Dios nos agarre confesados y con un buen conductor de ambulancia.
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