Columnistas
Sobre los Bancos de Desarrollo
Weya tomó el micrófono para hacerle un llamado a los Bancos de Desarrollo que invierten en la conservación del Amazonas: que incluyan a las comunidades indígenas en la coadministración de esos dineros.
Se llama Coalición por los Derechos Humanos en el Desarrollo. La integran activistas de todo el mundo. Hace un mes, 40 de ellos, provenientes de India, Uganda, Ecuador, el Pacífico colombiano, estuvieron en Cartagena, durante la Cumbre de Finanzas en Común de los Bancos Públicos de Desarrollo.
Los activistas de la Coalición llamaban la atención sobre un asunto: el nombre del certamen. No son las finanzas las que deberían tener en común los Bancos Públicos de Desarrollo; deberían ser las personas. Finalmente, los Bancos Públicos invierten recursos públicos; recursos de los ciudadanos.
Durante la Cumbre, los integrantes de la Coalición se reunieron con reporteros para divulgar un informe titulado Desmitificando la Financiación del Desarrollo. Es un documento en el que se explica cómo la inversión de los Bancos Públicos de Desarrollo (BPD) impacta en el mundo, no siempre para bien, aunque lo parezca.
“En los últimos años, los BPD han abogado por desempeñar un papel importante para hacer frente al cambio climático, la pobreza mundial y otras crisis. Sin embargo, los estudios de casos y la evidencia presentada en este informe demuestran que, en realidad, los BPD están agravando problemas que dicen resolver. El empuje hacia la privatización, el enfoque extractivista y de arriba hacia abajo, y las limitaciones de las salvaguardias sociales y medioambientales, profundizan las desigualdades, provocan violaciones de derechos humanos, alientan el cambio climático y aumentan la deuda de los países”, dice.
David Cruz, activista e integrante de la Coalición, comentaba que ejemplos de lo anterior hay en todo el mundo; en Colombia hay un caso famoso, Hidroituango. La construcción de la represa contó con dineros de los BPD. El proyecto ha generado una crisis humanitaria y ambiental sin precedentes, mientras uno de los objetivos de los Bancos Públicos de Desarrollo es la defensa del medio ambiente y la lucha por el cambio climático.
En la cumbre hizo presencia Weya Alicia Cahuiya, una líder indígena proveniente del Amazonas ecuatoriano. Para llegar a Cartagena, tardó dos días. Primero se montó a una canoa durante cuatro horas para salir de su comunidad, después debió abordar una lancha, un bus y un par de aviones que la trajeron desde Quito hasta Colombia.
Durante el panel sobre las finanzas sostenibles para el océano, Weya tomó el micrófono para hacerle un llamado a los Bancos de Desarrollo que invierten en la conservación del Amazonas: que incluyan a las comunidades indígenas en la coadministración de esos dineros. Si son los pueblos indígenas los que están protegiendo la selva, luego se les deben dar los recursos para seguir haciéndolo.
Aquel es otro de los reclamos de la Coalición por los derechos Humanos a los Bancos Públicos de Desarrollo: “Dicen empoderar a las personas para que alcancen su pleno potencial, pero su modelo de desarrollo de arriba hacia abajo excluye a las comunidades de la toma de decisiones, causando perjuicios”. No solo hay exclusión en la toma de decisión. También en la administración de los recursos.
Con un problema más que advertía Sofía Garzón, quien hace parte del Proceso de Comunidades Negras en Colombia: aunque los BPD realizan donaciones, en muchas ocasiones detrás de los proyectos ‘sociales’ que dicen ejecutar, en realidad queda una deuda enorme para los Estados. La mayor parte de la financiación de los Bancos Públicos de Desarrollo se hace a través de préstamos a los Estados, por lo general en dólares, por lo que es más costoso pagar la deuda.
De ahí que el llamado a los Bancos Públicos de Desarrollo es encontrar un modelo para que en realidad las comunidades se beneficien de esos recursos públicos, y además se cuide, de verdad, el medio ambiente en la urgencia del calentamiento global.
La solución parece ya estar inventada, pensada: cambiar deuda por clima. Que los recursos que los países pagan para cancelar su deuda externa, se inviertan mejor en estrategias para cuidar el planeta. En la Cumbre de Finanzas en Común, los directores de los bancos aseguraron estar dispuestos a escuchar.
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