Opinión
Sonora
Cali es más que salsa; con la diversidad de nuestra gente, el clima y la infraestructura que tenemos
Como un acto penoso identificaron líderes culturales y algunos ciudadanos el cierre grandilocuente de la casa cultural Sonora en el barrio San Antonio. Este lugar desde hace algún tiempo se ha convertido en un espacio de divertimento con música en vivo e intercambio de experiencias culturales gracias al trabajo de empresarios de la rumba, gestores culturales y un público ávido de alternativas para disfrutar la ciudad.
“Llegaron con casi 40 personas a tomarse el lugar”, “sellaron uno de los lugares más bonitos que tiene Cali”, “fueron intransigentes e irrespetuosos”, postearon durante todo el fin de semana artistas y tuiteros quienes expusieron la molestia por lo que llamaron el ‘ultraje’ contra un espacio que viene construyendo ciudadanía popular de la mano de la cultura.
La Alcaldía se defiende manifestando que esto hace parte de un operativo que pretende limpiar y poner en cintura a los establecimientos que no están con sus documentos en regla. La ley es para cumplirla, sin duda, pero llama la atención que hace algunas semanas - como denuncian los vecinos del sector- en la misma calle la delincuencia robó algunas piezas de autos y contadores de agua que pusieron en riesgo a los visitantes y vecinos y allí no apareció la autoridad.
De fondo el problema está en que Cali tiene una precaria política cultural que poco apoya los emprendimientos populares y a los empresarios quienes vienen insistiendo en que hay unos favorecidos ante las autoridades, conocidos como los consentidos de la administración; mientras otros tratan de sobrevivir pese a los hostigamientos de los funcionarios.
Lo de Sonora es solo un episodio más en una de las joyas de la corona de Cali, San Antonio, que ha estado desaprovechada como ruta turística y que podría traernos ventajas competitivas frente a la diversidad de manifestaciones culturales que tenemos y el espacio patrimonial con el que nos premiaron.
San Antonio merece una intervención integral; requiere que se pacte con los comerciantes cómo favorecerlos con la peatonalización e incluso se podría pensar en que ellos mismos construyan parqueaderos que les permitan beneficiarse económicamente, y así organizados como han intentado estar, le entreguen a la capital del Valle una oferta para el consumo, la música y la peregrinación que nos favorezca a todos.
La política pública cultural se quedó bastante corta y deberá modificarse. Cali es más que salsa; con la diversidad de nuestra gente, el clima y la infraestructura que tenemos, podríamos avanzar para fortalecer la creatividad, reactivar una ciudadanía cultural con diversidad de identidades, equidad en asignación de recursos y acciones públicas que contemplen menos garrote y más zanahoria; porque finalmente todos ganamos si tenemos garantías para el disfrute de nuestra ciudad.
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