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Benjamin Barney Caldas

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Tejadita

Sobrino nieto de Tejadita, cuya canción compuesta junto con su amigo Tomás Correa, dice: “Dejaste el gato del río, dejaste el gato de Tejada, que tiene su harén de gatas como siempre lo soñaba”.

15 de febrero de 2024 Por: Benjamin Barney Caldas

Hernando Tejada Sáenz, Tejadita, lleva 87 años en la memoria de muchos caleños desde que llegó de su Pereira natal en 1937, y ahora para celebrar sus 100 años ya cuenta con un pequeño museo en donde mostrar las obras y recuerdos que dejó al morir en 1998, gracias a Ángela Neumas; y sus gatos ya cantan miau, miau, gracias a su marido, Sebastián Valencia Sayin, músico, hijo de Alejandro Valencia, escultor, hijo de Lucy Tejada, pintora, y, por lo tanto, sobrino nieto de Tejadita, cuya canción compuesta junto con su amigo Tomás Correa, dice: “Dejaste el gato del río, dejaste el gato de Tejada, que tiene su harén de gatas como siempre lo soñaba”.

Su llamado “barroquismo exuberante” nació con Abigail, la mujer atril (1968), una pieza escultórica que se destaca por una mujer de formas pronunciadas con un atril sobre sus pechos. Continuando con Teresa, la mujer mesa (1969), Sacramento, la mujer asiento (1970), Isadora, la lechuza mecedora (1971), Paula, la mujer jaula (1974) y Estefanía, la mujer telefonía (1975), además de Mónica Filarmónica. Imágenes talladas en madera en las que se exaltan con picardía los atributos sexuales de la mujer, siendo sus genitales y senos parte principal de la composición. Una temática recurrente en toda su obra junto con los gatos.

También desarrolló una serie conocida como ‘manglares’, como el Manglar de la serpiente, Manglar del cangrejo, Manglar de la garza blanca, Manglar del pelícano; y su última obra, ahora en bronce, y la de mayor recordación, es El Gato del Río, inaugurada en 1996, conocida como El Gato de Tejada, una escultura de 3,5 m de alto, 3,4 de ancho y de 2,95 de espesor y 3 toneladas de peso, ubicada a la ribera del Río Cali, casi al frente en donde por años estuvo su taller. Fue un regalo de Tejadita a su Cali, al que pronto siguieron Las gatas del Río, iniciativa de Alejandro y pintadas por varios reconocidos artistas vinculados a la ciudad.

Y está La historia de Cali, una pintura mural realizada al fresco por Tejadita en 1954 para el amplio vestíbulo de la nueva Estación del Ferrocarril en esta ciudad, llamada la gran estación de las Américas, cuyas dimensiones son de 20 m de ancho por 9,50 de altura. El mural muestra imágenes relacionadas con la evolución histórica de Cali, desde su Fundación, la Colonia, la evangelización, la Independencia, la época Republicana y la época Moderna, hasta el desarrollo agrícola e industrial de mediados del Siglo XX; además de personajes icónicos de la región como María, de la obra de Jorge Isaacs, o el fundador, Sebastián de Belalcázar.

Pero ahora muchos muchachos y muchachas en Cali hablan de los gatos de Tejada, pasando por alto que son gatas, pero muy poco de él; no así sus viejas amistades que aún recuerdan qué día de entre semana Tejadita iba a almorzar a la casa de cada una de ellas. O cuando los fines de semana llegaba a caballo a la hacienda de uno de ellos, cercana a Florida, en compañía de un sobrino de su dueño, cuya finca estaba al lado, y que decía al verlos llegar a lo lejos, y para alegría de sus jóvenes hijos en vacaciones, que allí viene Tejadita, pues solo se ve el caballo, y después de comer melado con cuajada se marchaban, pues ya habían almorzado.

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