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Todos los seres vivos

La historia de dos científicos botánicos del Siglo XVIII, que sin saberlo fueron los pioneros en identificar y describir la vida en el planeta.

7 de enero de 2025 Por: Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera | Foto: El País.

“Ahora sabemos que no es ni un animal, ni una planta, ni un hongo. No tiene musculatura, pero se mueve a una velocidad de cuatro centímetros por hora. Ha sido proclamado como la célula más grande del planeta. No tiene dos géneros, masculino y femenino, sino setecientas veinte variantes de parejas de apareamiento distintas. A pesar de que no tiene un sistema nervioso central, también es capaz de recordar. Es un moho arborícola de color amarillo fuerte, pero de aspecto bastante corriente”. El ‘Physarum polycephalum’.

Jason Roberts en su libro Todos Los Seres Vivos (La gran carrera por entender la vida en la Tierra) cuenta la historia de dos científicos botánicos del Siglo XVIII, que sin saberlo fueron los pioneros en identificar y describir la vida en el planeta.

Carl Linneo y Georges-Luis de Buffon. Polos opuestos. Linneo, un sueco pobretón que tuvo que saltar matojos toda su vida para poder dedicarse a su verdadera pasión: las plantas.

Buffon, intendente del Jardín del rey en Francia, consentido por Luis XIV, elegante, inteligente, se movía como pez en el agua en la corte de Versalles y los salones de París.

Vidas paralelas, pero complementarias. Estos dos hombres tercos, soberbios, empecinados, enemigos y cómplices, neuróticos, ambiciosos y apasionados, les allanaron la vida a Darwin, Humboldt y otros importantes naturistas dedicados a descubrir y darle una secuencia lógica a nuestra vida en este planeta.

Pero como la vida misma es implacable, ambos tuvieron finales dolorosos.

Linneo ya en 1776 hablaba de manera confusa, no podía caminar, lloraba, no recordaba su nombre. Murió en una noche solitaria. Había dejado una orden: “Ponedme en el ataúd, sin afeitar, sin lavar, sin ropa, envuelto en una sábana y cerrad el féretro para que nadie pueda contemplar mi miseria”.

Buffon también sufría los estragos de la vejez, perdía la vista, unos cólicos infernales lo retorcían de dolor, sus manos ya temblorosas no le permitían escribir. La tarde en que murió en una alucinación se confesó con un sacerdote imaginario. Su corazón lo extirparon. Su cerebro también, parte de sus huesos se los repartieron como reliquias sagradas. En fin.

‘Todos los seres vivos’. Jason Roberts nos lleva de la mano, página por página, de manera apasionante, a conocer la vida de Linneo y Buffon, este par de seres, rivales y ambiciosos que quisieron clasificar toda la vida en Tierra.

Libro fascinante, que nos conduce hasta este Moho amarillo que está cambiando nuestra percepción de esa fuerza inmensa de la naturaleza, perpetuamente activa e indoblegable. “Manifestaciones dinámicas e independientes de un Todo Mayor”. ¡Una realidad que supera cualquier ficción!

***

Posdata. El contraste entre sus investigaciones y visiones del mundo se perpetuó hasta mucho después de que ambos hubiesen fallecido, cuando sus sucesores se disputaron el dominio de la ciencia emergente que dio en llamarse ‘biología’.

Tras una década de investigación Jason Roberts narra con una prosa elegante y ágil una inolvidable y seductora historia real que explora las vidas entrelazadas y los legados científicos de estos dos grandes pioneros” (nota de contracarátula).

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