Columnistas
Trump, Harris, y Petro
Pero ¿qué tal que exista una acción deliberada de aislarnos del concierto de democracias liberales del mundo para entrelazarnos con el eje totalitario de Rusia, China, e Irán?
Por el título de la columna, podría preguntarse: ¿qué hace Petro al lado de los dos candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos? Pues eso mismo me pregunto yo, dado que nuestro primer mandatario decidió meterse de lleno en esa contienda, haciendo desde Chicago una serie de declaraciones en contra de Donald Trump, comparándolo con un genocida como Hitler. Es decir, desde su propia casa, le declara la guerra a una persona que tiene muchos chances de llegar a la Casa Blanca. Con este acto hostil, se lleva por delante la construcción bipartidista de una estrecha relación tanto con la dirigencia demócrata como con la dirigencia republicana. Y el precio lo pagará Colombia entera.
Lo más grave de este episodio, aunque ya no sorprende, es el doble estándar que utiliza Petro. Ya lo vimos en campaña con su famoso apunte: “¿Qué hace Duque metido en Ucrania y Rusia cuando tiene que resolver la guerra en Arauca?”. A renglón seguido añadió: “Uno tiene autoridad moral para meterse en un conflicto internacional lejano si resuelve la guerra en su propio país”. Pero fueron palabras vacías cuando año y medio después, y con su Paz Total en un fracaso irremediable, rompió relaciones con Israel por su respuesta al ataque terrorista de Hamás el pasado 7 de octubre, ataque al que Petro nunca se refirió. Aquí también se llevó por delante la estrecha relación comercial y de seguridad con ese país, lo que tiene a nuestra aviación de combate inoperante y a nuestro carbón por fuera de ese mercado.
El ejemplo más flagrante es su silencio frente al asalto, con represión y sangre, perpetrado por el régimen de Maduro contra la democracia y la voluntad popular del pueblo venezolano. La explicación meliflua y vergonzosa de nuestra Cancillería es que tenemos que ser “respetuosos de la autonomía” de nuestro vecino país. Autonomía que no se respeta en el caso de los Estados Unidos y su proceso electoral interno.
Y no se limita a nuestro hemisferio. Tras las elecciones del Parlamento Europeo en junio pasado, Petro calificó a todos los partidos europeos de derecha, que triunfaron en la jornada, como organizaciones fascistas. Además de falsa, la afirmación ignora que esos partidos gobiernan en países como Italia, Polonia, y Hungría, entre otros, con quienes hemos mantenido relaciones históricas. Las tiranías latinas, eso sí, tienen pase libre. No solo Venezuela, sino Cuba y Nicaragua, no merecen ninguna condena por parte de Petro.
Ahora bien, uno podría preguntarse si ese doble estándar que maneja nuestro líder galáctico es solo producto de su radicalismo ideológico, lo cual ya es suficientemente problemático. Pero ¿qué tal que exista una acción deliberada de aislarnos del concierto de democracias liberales del mundo para entrelazarnos con el eje totalitario de Rusia, China, e Irán? ¿Qué tal que todos esos pronunciamientos, que a la mayoría nos parecen traído de los cabellos, sea una provocación calculada que invite una retaliación, para después lastimeramente salir a decir que hemos sido agredidos por Occidente?
La verdad sea dicha… a estas alturas cualquier cosa se puede esperar de Gustavo Petro. Capaz es que sus declaraciones sobre Trump no obedecen a ninguna indignación, sensibilidad ideológica, o porque quiera ayudarle a Kamala Harris. Puede ser, eso sí, que crea que al electorado gringo le importe un comino lo que él piense. Pero lo que sí puede estar anticipando es una reacción que nos aleje del país que actualmente es de lejos el más importante para nosotros, con el fin de entregarnos en brazos de los países con los que él se siente cómodo. Y al diablo con el interés o la seguridad nacional.