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Trump no es Kissinger

Es importante resaltar que Trump carece de paciencia para las dinámicas geopolíticas y desconoce los valores históricos que guían a otros países.

5 de marzo de 2025 Por: Mario Carvajal Cabal
Mario Carvajal
Mario Carvajal | Foto: El País

En días recientes, el presidente Donald Trump ha cometido una serie de errores estratégicos frente a Ucrania, poniendo en duda su capacidad en política exterior. Entre estos, culpar a Ucrania por la invasión rusa y alinearse con Rusia, Corea del Norte y otros aliados del Kremlin en una resolución en las Naciones Unidas.

Algunos allegados a Trump han intentado presentar su postura frente a Rusia como un intento de acercar a Putin a Occidente para contrarrestar la influencia de China, vendiéndolo, según The Economist, como un ‘Kissinger invertido’. Esto hace referencia a la estrategia de Henry Kissinger durante la Guerra Fría, cuando estableció canales con el gobierno de Mao para contrarrestar la influencia soviética y acercar a China al orden internacional liderado por Washington. No obstante, como señala The Economist en su más reciente artículo, existen diferencias clave entre la estrategia de Nixon y Kissinger y la de Trump.

En primer lugar, Nixon y Kissinger buscaban frenar el apoyo de Mao a las insurgencias en el Tercer Mundo. En segundo lugar, Washington pretendía presionar a los líderes soviéticos para negociar acuerdos de control armamentístico y otras formas de detente. Solo años después, China y EE. UU. implementaron una estrategia antisoviética, que permitió a la CIA espiar lanzamientos de misiles desde Tianjin. Además, China dependió de su relación con Occidente, no de la Urss, para su modernización y desarrollo.

Hoy, China es el poder dominante sobre Rusia. Tras la invasión a Ucrania y las sanciones a Moscú, Rusia depende de China para la compra de suministros y componentes clave para la producción de drones, misiles y tanques fundamentales para su esfuerzo bélico. Esta dependencia genera tensiones en el Kremlin, donde rechazan la presión de Pekín en las negociaciones de compra de insumos. Sin embargo, el comercio bilateral ha crecido significativamente, suavizando estas tensiones.

Es crucial reconocer que Rusia y China tienen objetivos estratégicos distintos. Académicos chinos advierten que la percepción de su apoyo a Rusia ha afectado sus intereses en Europa. Además, en Pekín preocupa la creciente cercanía de Putin con Kim Jong-Un, pues Corea del Norte podría recibir armamento de alta tecnología como recompensa por enviar tropas a Ucrania, desestabilizando la región. En otras palabras, China y Rusia son aliados con prioridades e intereses divergentes, pero comparten la ambición de desafiar la primacía de Washington en el sistema internacional.

Finalmente, es importante resaltar que Trump carece de paciencia para las dinámicas geopolíticas y desconoce los valores históricos que guían a otros países. Para él, la ideología es una barrera para los acuerdos, mientras que Xi y Putin, como Kissinger, comprenden y se obsesionan con la historia y la geopolítica. En contraste, Trump parece empeñado en aislar a Estados Unidos de sus aliados en Europa y el resto de Occidente. Su enfoque puede ser implacable, pero carece del contenido estratégico de Kissinger y solo debilitará el orden internacional que EE. UU. ha construido y liderado durante ocho décadas.

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