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Angelino Garzón, columnista El País
Angelino Garzón | Foto: El País

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Un empate a favor de la vida y contra el fanatismo

Al final del partido me llamó la atención que los jugadores de los dos equipos se quedaron junto con la terna arbitral dentro de la cancha y se abrazaron y dialogaron fraternalmente.

16 de abril de 2024 Por: Angelino Garzón

El viernes 12 de abril, en horas de la noche se enfrentaron una vez más el deportivo Cali y el América en el estadio del primero. El Deportivo Cali necesitaba ganar para no descender de categoría en el fútbol profesional colombiano, y América también para continuar avanzando a la final que se definirá entre los ocho primeros equipos del campeonato profesional colombiano.

Al final del primer tiempo, cuando América ganaba por un gol a cero, sucedió un hecho inesperado que no estaba en la agenda de ningún experto en materia de fútbol.

Después de los 15 minutos reglamentarios de descanso, cuando ya el árbitro iba a dar inicio al segundo tiempo, algunos hinchas del deportivo Cali, llevados por el fanatismo deportivo, comenzaron, desde una de las tribunas, a lanzar algunos artefactos explosivos a la cancha donde estaban los jugadores de ambos equipos y amenazar con meterse al campo.

Frente a la situación tan delicada y vandálica, donde estaba de por medio la integridad física de miles de personas, el árbitro con mucha sabiduría y prudencia suspendió temporalmente la reanudación del partido de fútbol, mientras el Coronel de la policía nacional, encargado de la seguridad del estadio, junto con un buen número de policías entre ellos varias mujeres, y con la colaboración de varios directivos del Deportivo Cali, trataban de manera pacífica de dialogar con algunos líderes de esas barras bravas para que se calmaran por el bien de la vida e integridad física de miles de asistentes al estadio, y para que permitieran reanudar el partido.

Recuerdo que como hincha del América de Cali, y a pesar de tener alguna experiencia en la solución pacífica de diversos conflictos, no dejaba de preocuparme ese difícil panorama que, más allá de los sentimientos deportivos, si no se hubiera manejado con prudencia y cabeza fría, hoy posiblemente tendríamos una situación humana que lamentar.

Como ciudadano que vive en Cali, no tengo sino palabras de reconocimiento al Comandante y demás integrantes de la Policía Nacional, al comportamiento tranquilo de la terna arbitral, los entrenadores y jugadores, tanto del deportivo Cali como del América, y a todas las personas que colaboraron a una solución pacífica.

A la media hora de tan angustiante situación, se pudo reanudar el partido y a los pocos minutos, el Deportivo Cali logró empatar. Afortunadamente, así terminó el partido.

Empate que podemos llamar como “un triunfo de la vida y contra el fanatismo”.

Al final del partido me llamó la atención que los jugadores de los dos equipos se quedaron junto con la terna arbitral dentro de la cancha y se abrazaron y dialogaron fraternalmente.

No olvidemos que los jugadores, en la mayoría de los casos, son de origen muy humilde, se conocen entre ellos desde hace varios años, cuestión elemental que han olvidado algunas personas fanáticas que generalmente viven de los diversos conflictos que existen en Colombia.

Al final de cuentas, no sé si el América logrará clasificar o el Deportivo Cali no descender de categoría, lo que sí sé, es que ese empate del viernes 12 de abril, será recordado como un gran triunfo y contribución para que el fanatismo, la intolerancia y la violencia no fueran los ganadores.

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