Columnistas
Un premio pertinente
Se practicó una arquitectura renovadora que reutiliza todo lo existente en la edificación a remodelar, para que dure mucho más allá de sus fines iniciales y sea autosostenible.
“Este proyecto refleja claramente el espíritu de los salones regionales. Es una propuesta con enseñanzas para el manejo responsable del entorno, con una escala apropiada para el barrio. Un proyecto integral, sostenible desde lo ambiental, lo social, y lo urbano, a partir de una valoración de lo que está construido, generando además un impacto muy positivo como propuesta alternativa a la expansión indiscriminada de las ciudades, valorando la compacidad y la redensificación respetuosa. Se logra a partir de una intervención a escala barrial en una arquitectura doméstica existente, que trasciende lo local y que debe estar llamada a convertirse en una práctica habitual, aún más en tiempos de crisis. Es muy notable como exalta en su calidad interior el habitar y diversidad de lo local, el clima, la escala y la intimidad. Muy a diferencia de las viviendas como sellos que pululan en la construcción de nuevos edificios por toda Colombia sin importar todo lo anterior. Con este proyecto de Lalindaloma, […] la recuperación de un inmueble mediano de los años 60, se protege la vida de barrio, valorando y respetando las formas tradicionales de habitar la ciudad, en contraposición a la demolición y densificación de los sectores con la construcción de nuevos edificios que rompen la escala y los tejidos sociales”. Acta del Jurado del Primer salón regional del Pacífico, SCA, 2023.
Se trata de una casa unifamiliar transformada en un pequeño edificio de cinco apartamentos, todos diferentes, y un aparta estudio, en el barrio de Miraflores en Cali, y uno de los diez proyectos de remodelación de una edificación existente, realizados y construidos en esta ciudad o sus alrededores, por el autor de esta columna, en el que colaboró el arquitecto Julián Jaramillo. Se practicó una arquitectura renovadora que reutiliza todo lo existente en la edificación a remodelar, para que dure mucho más allá de sus fines iniciales y sea autosostenible, pero que respete su entorno, cosa que en Cali poco se hace, y por lo contrario, se demuele o se levantan exabruptos llamados “torres”.
De ahí la pertinencia de que en la SCA se optara por crear una nueva categoría arquitectónica -intervención en el patrimonio- ampliado a todo lo construido y no apenas al de interés cultural, BIC, considerando su valor económico, social, y urbano, en el sentido de transformar discretamente la imagen preexistente de los espacios urbanos de usos público de la ciudad, pero mejorándolos. Se trata de renovar edificaciones que ya han cumplido sus funciones iniciales, volviéndolas nuevas pero de la misma clase o al menos no antagónicas, con el mínimo de cambios y agregados, reforzando la construcción y actualizando sus instalaciones de energía, agua, gas y telecomunicaciones.
Por eso es que hay que pensar en cómo van a envejecer los proyectos luego de construidos; cómo aprovechar la pátina de los materiales naturales; cómo poner paneles fotovoltaicos sin dañar su apariencia; entender que una pared encalada envejece bien, pero que con pintura se mancha y hay que pintarla de nuevo; que un suelo de piedra, cerámica, hormigón o madera siempre es bello y dura más; pensar en cómo se va a mantener todo, en especial sus fachadas, y reemplazar terminados ya gastados o dañados, o sustituir componentes, elementos, partes, instalaciones viejas o estropeadas, o que ya no sirven eficientemente, por otras mucho más nuevas y presumiblemente mejores.
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