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Fernando Posada | Foto: El País

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Ya no es silencio

La estrategia vista en el partido de gobierno colombiano frente a la crisis de Venezuela es cada vez más clara...

26 de agosto de 2024 Por: Fernando Posada

Se han cumplido cuatro semanas desde el fraude electoral ocurrido en Venezuela y desde entonces la situación en ese país es cada vez más delicada y preocupante. Esta semana, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de ese país anunció que luego de acompañar el proceso electoral, oficialmente el presidente Nicolás Maduro había sido declarado ganador de la jornada. Los gobiernos del mundo entero no titubearon a la hora de rechazar el fraude de inmediato.

Luego de conocerse el pronunciamiento del Tribunal Supremo, los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay publicaron un comunicado conjunto en el que ratificaron los cuestionamientos y desconocieron los resultados publicados por el TSJ. Por alguna razón que está lejos de ser un error, nuestro gobierno fue uno de los pocos ausentes en la firma de esa declaración de parte de los gobiernos de casi toda la región.

Poco tiempo después, finalmente Colombia emitió un comunicado conjunto con el gobierno de Brasil en el que manifestaron una postura que carece de toda contundencia y se queda en los mismos lugares comunes antes recorridos, a pesar de los desastrosos acontecimientos de estas semanas en Venezuela. Los dos países insisten en pedir que todos los sectores eviten la violencia, como si no estuviera claro ante el mundo entero cuál es el sector que controla las fuerzas armadas y que ha reprimido a decenas de líderes opositores, y piden que se levanten las sanciones económicas.

Así mismo, los dos gobiernos piden que se respeten los acuerdos de Barbados (¡Que ya fueron incumplidos de la manera más desvergonzada y abierta ante el mundo entero!) y siguen insistiendo en que las autoridades locales publiquen las actas con los mismos resultados que ya pisotearon. Sin embargo, no pronunciaron una sola palabra sobre la persecución de la que ha sido víctima la oposición, ni de la evidente falta de transparencia del proceso electoral en ese país.

Los defensores del gobierno dicen que Petro acierta al asumir una postura moderada frente a la crisis de Venezuela para evitar cualquier posible consecuencia. ¿Será, entonces, que con esa afirmación cuestionan todos los innecesarios roces diplomáticos con países como España, Perú, Bolivia, Salvador, Argentina y Alemania por cuenta de las opiniones del presidente? ¿Por qué un dirigente que ha sido tan claro en sus posturas sobre decenas de eventos recientes en la política global repentinamente ha decidido guardar silencio frente a una de las peores crisis en un país con el que comparte 2200 kilómetros de frontera? La respuesta es sencilla: porque la ambigüedad está lejos de ser ausencia de postura.

La estrategia vista en el partido de gobierno colombiano frente a la crisis de Venezuela es cada vez más clara: muchos de sus voceros, con inmensa ligereza, han decidido tachar de “extrema derecha” y “fascista” a la oposición venezolana y por esa vía, sin necesidad de decirlo, benefician a Maduro. Sabemos, desde ya, que esa forma de llamarle “fascismo” y “extrema derecha” a todo lo que no sea ellos está lejos de ser un discurso que únicamente aplique para la política de Venezuela. De la ciudadanía colombiana depende no dejarse dividir por un discurso que busca exactamente eso.

@fernandoposada_

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