Editorial
A tomar partido
La defensa de la democracia y la voluntad popular de la sociedad venezolana demanda el respaldo de todos los países.
Con el paso de los días aumenta la incertidumbre frente a lo que será el futuro político de Venezuela a partir del próximo 10 de enero, fecha en la que debería tomar posesión como presidente Edmundo González tras ser elegido democráticamente en los comicios de julio pasado.
Pero si algo ha demostrado el régimen que gobierna en el vecino país en los últimos años es que es posible convocar a elecciones sin que exista democracia; y que una dictadura se puede arropar bajo el manto de unas supuestas elecciones libres, pero jamás aceptarán los resultados si esa voluntad popular no responde a sus intereses.
Lo que está ocurriendo en Venezuela es una vergüenza y plantea un claro desafío al mundo. Porque aunque el régimen socialista asegure sin prueba alguna de que el voto mayoritario en las elecciones de mediados de año fue para Nicolás Maduro, las actas reveladas por la oposición demuestran el tamaño del fraude.
Según copias de las actas electorales oficiales publicadas por la oposición, y con solo el 83,50 % de los votos escrutados, porque nunca se llegó a saber el resultado en su totalidad, el candidato opositor Edmundo González obtuvo 7.303.480 votos (67%) contra los 3.316.142 votos de Nicolás Maduro, apenas el 30% de los sufragios válidos.
Sin embargo, el Consejo Electoral de Venezuela, que ha actuado en los últimos años como apéndice del régimen y validador de los designios que ordenen desde el Palacio de Miraflores, declaró ganador a Nicolás Maduro con el 51,20 % de los votos, frente a un supuesto 43,18% del opositor Edmundo González con el 80% de las mesas escrutadas.
Ante el rechazo de la comunidad internacional a un claro fraude electoral, la respuesta del régimen fue desatar una ola de violencia y muerte en las calles contra los manifestantes, la persecución a los dirigentes opositores y la ruptura de relaciones diplomáticas con los gobiernos que exigieron las actas con los resultados electorales.
Entre quienes debieron huir de Venezuela está el mismo Edmundo González, el presidente electo que ha anunciado que llegará a Caracas para tomar posesión el próximo 10 de enero, pese a las amenazas de Nicolás Maduro de que será detenido y juzgado por el chavismo.
La defensa de la democracia y la voluntad popular de la sociedad venezolana demandan el respaldo de todos los países y en especial de los de América Latina; porque ningún Estado que se precie de ser democrático avalaría una toma por asalto del poder este 10 de enero.
Cualquier acto que no lleve a la posesión del presidente Edmundo González dejaría al descubierto las costuras de una dictadura oficialmente establecida en Venezuela y convertiría en cómplices a los gobiernos de países que avalen el fraude.
Y aunque Brasil y Colombia aseguraron que no validarán el triunfo de Maduro hasta que no se publiquen las actas electorales, el mundo estará atento al papel que jueguen Luis Inacio Lula y Gustavo Petro, quienes han omitido referirse a las graves violaciones a los derechos humanos y las libertades en Venezuela. Llegó la hora de tomar partido.