Editorial
Abrazar a Gabo
Colombia está de fiesta por Gabo, pero es Gabo quien ha regresado desde la eternidad para hacernos un nuevo regalo, fruto de su portentosa inteligencia y su infinita sensibilidad.
“Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactas, espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico”.
En 1994, nuestro Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, utilizó esas palabras descarnadas y brutalmente honestas para definir buena parte de la esencia de la identidad colombiana. Las mismas son solo un pequeño fragmento de su histórica proclama titulada ‘Por un país al alcance de los niños’, quizá el texto de no ficción más bello y contundente que haya escrito a lo largo de toda su vida.
Y conviene recordarlas ahora, tres décadas después, no solo por su vigencia y pertinencia, sino también como una forma de sumarnos a la celebración de la memoria de su autor. Pues se cumplen hoy 97 años del natalicio de Gabriel José de la Concordia García Márquez, uno de los colombianos más amados por su pueblo.
Colombia está de fiesta por Gabo, pero es Gabo quien ha regresado desde la eternidad para hacernos un nuevo regalo, fruto de su portentosa inteligencia y su infinita sensibilidad. Se trata del lanzamiento de su novela póstuma ‘En agosto nos vemos’, una obra que llega hoy a las librerías del mundo entero -con un tiraje de 250.000 ejemplares en su primera edición-, gracias a la decisión de sus hijos de hacerla pública.
Más allá de las críticas que suscite en círculos especializados, leerla será, de alguna forma, convertirnos en testigos de lo que fue una batalla íntima dentro del universo creador de Gabo. Porque se trata de un proyecto que el escritor concibió por allá a mediados de los años 90, pero que nunca consideró plenamente terminada a su satisfacción.
Escribió al menos seis versiones diferentes hasta el año 2012, la última de ellas en un ejercicio “de seguir creando contra viento y marea, incluso en las condiciones más adversas, contra sus propias limitaciones”, según ha dicho Pilar Reyes, directora literaria de la casa editora de la obra.
Y será también, de alguna forma, redescubrir esa misteriosa capacidad que tenía Gabo para conectarse desde la ficción con las realidades más complejas del mundo. Pues no resulta gratuito que, en un mundo marcado por la creciente importancia de la mujer, esta sea una obra protagonizada por un personaje femenino: Ana Magdalena Bach.
Pero ante todo, como bien han dicho sus hijos, reconocer de nuevo “su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor, posiblemente el tema principal de toda su obra”.
Diez años después de su partida del plano terrenal, Gabriel García Márquez está hoy más vivo que nunca. Y este país extraviado necesita volver a sentir su abrazo. ¡Feliz cumpleaños, querido Gabo!
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