Editorial
Accidentes mortales
A los ciudadanos hay que enseñarles, desde su más temprana edad, cuáles son las normas tránsito y por qué hay que acatarlas. Hay que educarlos para que primen la vida y la integridad de todos al momento de conducir.
La cifra es alarmante: entre el 1 de enero y el 12 de mayo de este año en Cali murieron 102 personas en accidentes de tránsito. Es el resultado de la laxitud con la que conductores y peatones asumen las normas de movilidad que buscan proteger en primer lugar la integridad de los ciudadanos, así como el reflejo de la incapacidad de las autoridades para hacer que la ley se respete.
Los datos divulgados por la Secretaría de Movilidad de la capital vallecaucana confirmaron también que de los fallecidos 40 eran peatones, 39 motociclistas y el resto conductores de carros o sus acompañantes. Las causas de esos siniestros fatales son las de siempre, manejar a altas velocidades, pasarse los semáforos en rojo, no atender las señales y conducir en estado de embriaguez.
Llama la atención que el 39,1 % de los involucrados en accidentes mortales ocurridos en el departamento no tuviera licencia de conducción, un porcentaje apenas más bajo que en el resto del país donde ese número alcanza el 42%. Parece increíble que poco menos de la mitad de los colombianos que manejan no cumpla con el requisito más elemental, el de obtener el pase que los autoriza para conducir cualquier vehículo.
La irresponsabilidad y el descuido tienen como consecuencia lógica la alta accidentalidad, que crece con cada año que pasa. Durante el 2022 hubo un 10% más de siniestros en Cali que en el mismo periodo del 2021, y ahora esos 102 fallecidos que dejan los primeros cuatro meses y doce días del 2023 en la ciudad superan a los que se presentaron entre las mismas fechas del año anterior, con lo que se confirma que son poco efectivas las acciones de las autoridades de tránsito y la formación de ciudadanos en el respeto a las normas.
El mal no es de ahora en la capital del Valle, pero se debe reconocer que en los últimos tres años el asunto ha empeorado y las causas son claras. Desde las protestas del 2021 que afectaron a la ciudad, el actual Gobierno Local transmitió el mensaje nefasto de que no importa romper las reglas porque no habrá castigo para los infractores ni quienes son los llamados a imponer el orden cumplirán con su labor.
Los primeros responsables de los accidentes son, sin duda, los ciudadanos que no acatan la ley, tampoco atienden las recomendaciones al conducir ni cumplen con obligaciones como la realizar la revisión tecnicomecánica anual, como lo manda el Código de Tránsito. Pero cuando no hay un ejercicio firme de la autoridad, sucede lo que pasa hoy en Cali: los carros y las motos transitan por el carril del MÍO, se irrespetan los semáforos, se embiste a los peatones o se sobrepasan los límites de velocidad.
A los ciudadanos hay que enseñarles, desde su más temprana edad, cuáles son las normas tránsito y por qué hay que acatarlas. Hay que educarlos para que primen la vida y la integridad de todos al momento de conducir. Y hay que formarlos para que entiendan la importancia de respetar a la autoridad y de cumplir con el orden que hace a una ciudad segura para todos, incluidos conductores y quienes caminan por sus calles.