Editorial
Deserción universitaria
Colombia no obtendrá el desarrollo que se merece mientras sus jóvenes no tengan la oportunidad de llegar a la universidad, darle continuidad a su formación, concluir sus estudios superiores e ingresar a la fuerza laboral mejor capacitados.
Colombia debería preocuparse por sus altos niveles de deserción universitaria. Que el 40% de los estudiantes que comienzan sus estudios superiores no los terminen y uno de cada diez alumnos matriculados se retire en algún momento de su carrera, indica que son menos los jóvenes con posibilidad de obtener un mejor futuro.
Los datos fueron revelados por el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, LEE. Según las cifras recopiladas entre los años 2000 y 2021 en el país, cuatro de cada diez alumnos que ingresaron en una misma promoción a la universidad para obtener un título profesional o se matricularon para seguir una formación superior técnica o tecnológica, desertaron del sistema. De igual manera, cada semestre un diez por ciento de esos estudiantes, en promedio, no continuó su carrera.
¿Las causas? La económica es, sin duda una de ellas. Es menos frecuente que se retiren de la educación superior aquellos jóvenes pertenecientes al estrato 6 que los que se encuentran en el estrato 1: en el primer caso la tasa llega al 7,1% y en el segundo se ubica en un 13,3%. Muchos se ven obligados a abandonar sus estudios porque deben trabajar para sostenerse a ellos o a sus familias, lo que al final se convierte en un círculo sin fin porque los desertores de la academia verán más limitadas sus oportunidades.
La otra razón, de acuerdo con la investigación, tiene que ver con los rezagos en la formación escolar de quienes se encuentran en la franja de mayor vulnerabilidad socioeconómica. Es frecuente que los vacíos académicos de la educación básica y media, más evidente en Colombia en el sistema público que en el privado, se sientan al entrar a los centros universitarios y esa dificultad obligue a la deserción de un porcentaje alto de estudiantes.
Ese rezago es por el que se viene reclamando de tiempo atrás, sin que el Estado se haya empeñado en encontrar las soluciones. Queda claro que no basta con garantizar una mayor cobertura en la educación básica primaria y secundaria, cuando se descuida la calidad de la formación pedagógica y no se cuenta con docentes bien preparados. Las pruebas estatales así como las internacionales muestran que los estudiantes colombianos no estás saliendo bien formados de los colegios. Ello incide a la hora de enfrentar la educación superior y se convierte en causal de la desbandada estudiantil a ese nivel.
Reducir esos índices de deserción universitaria es urgente si Colombia pretende crecer en productividad, ser una nación más competitiva en un mundo globalizado y brindar una mejor calidad de vida a sus ciudadanos. Para ello se requiere tener un mayor número de jóvenes formados como técnicos, tecnólogos y profesionales en las más variadas disciplinas académicas, garantizar su acceso a la educación superior -a través de programas de gratuidad o de ayudas estatales para quienes realmente lo necesitan- y, en primer lugar, brindarles desde las etapas más tempranas de su vida unas bases académicas firmes que les permitan enfrentar el reto a futuro.
Colombia no obtendrá el desarrollo que se merece mientras sus jóvenes no tengan la oportunidad de llegar a la universidad, darle continuidad a su formación, concluir sus estudios superiores e ingresar a la fuerza laboral mejor capacitados.
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