Editorial
El ajedrez de Ucrania
La pasividad de los gobernantes del Viejo Continente parece estarle dejando el camino despejado a Donald Trump...

La búsqueda del cese de la guerra en Ucrania se ha convertido en un partido de ajedrez en el que cada jugador parece pensar muy bien su siguiente movimiento, sin importar que mientras tanto en el campo de batalla se siguen perdiendo vidas de lado y lado.
Así lo demuestra la respuesta de ‘sí, pero, y no, pero’ que entregó ayer el jefe del Kremlin, Vladimir Putin, a la propuesta que días atrás le mandó a hacer su homólogo en la Casa Blanca, Donald Trump, quien se ha autonombrado el pacificador de las hostilidades entre Moscú y Kiev, que se iniciaron hace tres años, cuando las tropas rusas invadieron territorio ucraniano.
En concreto, el Mandatario de Rusia, que justamente en la víspera se dejó ver en público en uniforme militar, como no sucedía hace años, dijo estar “a favor” del proyecto de cese el fuego, pero que había “matices”, lanzando preguntas que, todo parece indicar, prefiere resolver en un diálogo directo con su par estadounidense.
Trump, a su vez, en otra audaz movida en el ajedrez, sostuvo desde la Casa Blanca que Putin hizo “hizo una declaración muy prometedora, pero que no estaba completa”, pero a renglón seguido atenuó diciendo que le “encantaría” reunirse o hablar con él.
Y mientras los dos líderes mundiales coquetean entre sí, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, intentando ‘no pisar los huevos’ para no volver a enfadar a Washington, se atrevió a tildar de “manipulador” a un jefe del Kremlin orgulloso de que sus tropas ya hayan recuperado el 86 % de la región de Kursk, que Kiev se tomó a mediados del año pasado en un ataque sorpresa.
Así las cosas, todo indica que el futuro de la nación ucraniana, que hasta febrero pasado había perdido a 12.600 civiles a causa de la guerra, en tanto que más de 29.000 personas habían quedado heridas, no depende de que el resto del mundo, y especialmente Europa, logre conformar un bloque lo suficientemente sólido para presionar tanto a Moscú como a Zelenski para que negocien una salida que le ponga fin a más de tres años de conflicto.
Por el contrario, aunque aparentemente el turno para la jugada es de Vladimir Putin, la pasividad de los gobernantes del Viejo Continente parece estarle dejando el camino despejado a Donald Trump para que sea él, a partir de sus intereses y no de su deseo de lograr el bienestar conjunto de la humanidad, quien defina el nuevo orden mundial, incluyendo qué países pueden estar en guerra y cuáles no.
No en vano semanas atrás también decidió que quería darle jaque mate al conflicto entre Israel y Hamás, proponiendo que los habitantes de la Franja de Gaza fueran trasladados a los Estados árabes. Y como lo dicho no tuvo el eco que esperaba, ayer el Presidente estadounidense dio un paso atrás y aseguró que su plan no implica expulsar a los palestinos.
¿Tienen razón quienes están preocupados porque la paz mundial pase a depender de alguien que ha demostrado que toma sus decisiones a partir de impulsos y no de análisis pausados y profundos?
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