Editorial
El desafío de salvar el MÍO
No obstante, hay que escuchar las voces que reclaman una reestructuración de la entidad, que permita asegurar su estabilidad financiera y técnica, y en primer lugar responda por el servicio eficiente que reclaman los usuarios.
El MÍO es la mayor inversión en infraestructura que ha realizado Cali en los últimos 15 años, con la que se le cambió la cara a la ciudad, se pretendió jalonar su desarrollo urbano y entrar en la modernidad con un transporte masivo que se adaptara a las necesidades de una capital en progreso. Sin embargo, su trasegar, como ha pasado con la mayoría de los sistemas similares en el país, ha estado plagado de baches que impiden su pleno funcionamiento.
Para estas fechas era de esperar que el MÍO movilizara al menos 950.000 pasajeros al día. Es una realidad lejana si se tiene en cuenta que en sus mejores momentos apenas ha llegado a la mitad de esa cifra. A ello se suma una fórmula de kilómetro recorrido y la distribución de cada pasaje a varios destinos, lo que genera un desbalancea del modelo económico que se refleja en un servicio deficiente y en inestabilidad para las empresas operadoras.
Los males que aquejan al Masivo de Occidente no paran ahí. La ineficiencia del servicio provocó años atrás que la piratería ocupara los espacios que quedaban huérfanos, frente a los ojos de unas autoridades que se negaban a actuar, y se convirtiera hoy en su mayor competencia. Así mismo la reducción de pasajeros durante la pandemia, además de la afectación a la infraestructura y a los buses durante y después del estallido social, siguen pasando factura y mantienen al MÍO en una compleja situación.
Por ello, son buenas las noticias que desde la administración de Metrocali se dan sobre el proceso de recuperación, tal como un incremento del 9% en el número de usuarios en los primeros cinco meses de este año, la mejoría en el cumplimiento, que pasó del 79% al 93%, así como la puntualidad de las rutas, que subió de 74% al 83%. Así mismo, la entidad asegura que se han reducido en más de un 50 % las salidas de operación por varadas de los buses y están operando con reserva, para que cuando un vehículo se vare, sea sustituido rápidamente.
Pese a las fallas acumuladas del sistema, también hay que resaltar la gestión frente al acuerdo de conciliación con Blanco y Negro Masivo, uno de los operadores del MÍO, lo que permitió que esta compañía renunciara a las pretensiones económicas que tenía en la demanda que presentó ante el ente gestor del sistema de transporte.
No obstante, hay que escuchar las voces que reclaman una reestructuración de la entidad, que permita asegurar su estabilidad financiera y técnica, y en primer lugar responda por el servicio eficiente que reclaman los usuarios. También que se resuelva de una vez la participación en el Sistema de otros transportadores que se necesitan para complementar al MÍO.
En todo caso las decisiones no deberán pasar por acabar el Sistema de Transporte Público Masivo de Cali, porque ello significaría un retroceso de décadas en término de movilidad para la ciudad y un golpe a su desarrollo hacia el futuro.