Editorial
El hambre, un problema mayor
Esa incapacidad estatal se traslada a otros aspectos de la niñez caleña, que también presentan cifras críticas como el aumento en los embarazos en niñas y adolescentes.
Para Cali, una ciudad con casi la mitad de sus habitantes ubicados en los estratos más bajos y sumida en una inseguridad endémica, debe ser un objetivo primordial el eliminar o al menos reducir los niveles de desnutrición en su primera infancia.
El panorama es sombrío. En cuanto a la información nutricional, en la capital del Valle se registraron cuatro casos de defunción por desnutrición en niños de entre 0 y 5 años de edad en el 2022, la cifra más alta en los últimos cuatro años. Además, es alarmante que por segundo año consecutivo las muertes por desnutrición se hayan duplicado en la ciudad: se informó sobre un caso en 2020 y dos casos en 2021.
Según los datos revelados por el Observatorio Social Cali Cómo Vamos, entre los niños en nivel escolar de transición o primaria que fueron evaluados mediante el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional Infantil, se identificó que 8.014 se encontraban en desnutrición crónica y con baja talla para la edad. Esto significa que en el 2022 se alcanzó la mayor prevalencia de desnutrición crónica en los últimos siete años, llegando a 13,5%.
En cuanto a la desnutrición global, que es la deficiencia del peso con relación a la edad, en 2022 se reportaron 2.725 niños en esta condición, es decir el 4,6% del total de esa población. Además, se registraron 521 casos de desnutrición aguda, bajo peso para la talla, siendo la prevalencia más alta desde 2019.
Son cifras que rayan en el escándalo para una sociedad en desarrollo y que deberían ser objeto de la mayor preocupación para las autoridades locales. Lo que revelan los datos entregados es que Cali no tiene una política eficaz contra la desnutrición infantil y que, por el contrario, la actual ha llevado a un retroceso en los logros conseguidos en años anteriores.
Esa incapacidad estatal se traslada a otros aspectos de la niñez caleña, que también presentan cifras críticas como el aumento en los embarazos en niñas y adolescentes. En 2022 se reportaron 96 casos de embarazos en menores de entre 10 y 14 años, lo que representa un aumento del 45% en comparación con 2021 cuando fueron 66 casos.
Frente a la situación crítica por la que atraviesa la niñez caleña, sorprende que aun cuando 75.884 menores de edad en la ciudad son elegibles para recibir atención integral en el programa de la primera infancia del Icbf, solo 38.618 de ellos fueron atendidos en 2022, lo cual significa que al 49,1/% no se les prestó asistencia. La pregunta es por qué se dejó de brindar esa valiosa ayuda a una población tan vulnerable, más cuando puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
El ‘hambre oculta’, como se le conoce a la desnutrición, no solo causa daños en el cuerpo humano. Ahí está la razón del retraso en el crecimiento o de muchas malformaciones, así como del déficit en el desarrollo cognitivo y por tanto en la capacidad de aprendizaje, sobre todo en la primera infancia. Por ello de lo que se haga en Cali en los próximos meses y años con el que no es un problema menor, dependerá el desarrollo de quienes son el futuro de la ciudad.
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