Editorial
El mensaje de la marcha
Además de los reparos a muchas de las políticas del actual gobierno nacional, a la desconfianza que genera con sus imposiciones y en general al rumbo que está tomando el país, el reclamo de ayer pretendió decirles al Presidente y a sus escuderos que abran las puertas a un diálogo verdadero.
Este domingo 21 de abril cientos de miles de colombianos demostraron en las calles su descontento con el gobierno de Gustavo Petro. Quienes marcharon le dijeron al Primer Mandatario de los colombianos que no están de acuerdo con muchas de sus reformas, con la imposición forzosa de aquellas que han fracasado en el Congreso, con la manera de negociar su paz total con toda clase de organizaciones criminales y de conducir a la nación a una división cada vez más peligrosa.
No escuchar esas voces o pretender distorsionar la realidad de lo que sucedió ayer en gran parte del territorio nacional, es hacer gala de la mayor obcecación. Mientras en Medellín se calcula que salieron a marchar unas 350.000 personas, en la capital del país los más conservadores hablan de 100 mil –número que puede ser impreciso si se tiene en cuenta que solo a la Plaza de Bolívar le caben 70.000.
En Cali los ríos humanos inundaron la Plazoleta de San Francisco y la Calle 5 desde el Parque de las Banderas, lo que permite deducir que entre 40.000 y 60.000 manifestantes cumplieron con la cita del domingo. No se veía en la ciudad una multitud igual desde la marcha del 2007 contra las Farc en rechazo al secuestro y asesinato de los diputados del Valle.
Por eso molestaron tanto a la opinión pública los trinos publicados por el presidente Petro en su cuenta de X sobre las protestas, incluida la desestimación del número de colombianos que se volcaron a las calles para manifestarse en su contra.
Aunque su jefe de Gabinete, Laura Sarabia, reconoció el poder de esta protesta e hizo un llamado a la reflexión, el Mandatario prefirió mantenerse en su discurso de polarización, insistió en que se le quiere dar un “golpe blando”, se refirió de nuevo a que el mensaje de la movilización fue el del “odio” de quienes “añoran” un pasado de “represión abierta, masacres paramilitares y asesinatos de jóvenes”. Aprovechó entonces para convocar a sus seguidores a salir de forma masiva a la marcha del 1 de Mayo, Día del Trabajo.
Flaco favor le hace esa sordera a Colombia. Además de los reparos a muchas de las políticas del actual gobierno nacional, a la desconfianza que genera con sus imposiciones y en general al rumbo que está tomando el país, el reclamo de ayer pretendió decirles al Presidente y a sus escuderos que abran las puertas a un diálogo verdadero, en el que se escuche la voz de todos y se logren los consensos que requiere con urgencia la Patria.
Mientras el gobierno de Gustavo Petro no comprenda que debe gobernar para 50 millones de colombianos, sin distinción de ninguna clase, y que para lograr los cambios que, sin duda, necesita el país es indispensable escuchar con juicio a todos los sectores de la sociedad, la protesta nacional subirá la voz.
Al Presidente le quedan dos años de su mandato, que irá hasta julio de 2026 cuando le entregue el cargo al sucesor que elija en democracia la Nación. Su responsabilidad es entender y atender los reclamos que ayer le hicieron más de medio millón de colombianos que salieron a las calles del país.
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