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Gerardo Bedoya Borrero

Hace veintidós años, el 21 de julio de 1997, Gerardo Bedoya Borrero, entonces director de Opinión El País, fue asesinado en una calle de Cali.

29 de septiembre de 2019 Por: Editorial .

Hace veintidós años, el 21 de julio de 1997, Gerardo Bedoya Borrero, entonces director de Opinión El País, fue asesinado en una calle de Cali. Hoy, en un auditorio de la ciudad, el Estado a través del Consejero Presidencial realizará una audiencia de reconocimiento de responsabilidad y solicitud de perdón a sus familiares por el crimen que aún está en la más absoluta impunidad.

En el momento de su muerte, Gerardo era reconocido por su posición clara y erguida contra la corrupción en la política, el narcotráfico y los nexos que unían a esos dos fenómenos que afectaban de manera gravísima la vida de los colombianos así como la situación del Valle y de su capital. Desde su columna denunció y criticó hechos en los cuales se advertía la presencia constante de los enemigos de la sociedad.

Esa forma de enfrentar los peligros que amenazaban a Colombia fue una constante en su vida como periodista y como hombre público a través de treinta años. Fue el compromiso real de un hombre intelectual caracterizado por su verticalidad en defensa de los valores y de los principios democráticos y civilizados.

El día de su muerte, el escritor, editorialista y humanista fue baleado de manera cobarde. Y hasta hoy no existe aún una sola acción estatal que de a entender el rumbo de las investigaciones, las causas del crimen y los sindicados por la justicia. Se sabe sí que debido a la intervención de la sociedad Interamericana de Prensa el proceso fue sacado de una fiscalía en Cali donde reposaba en algún anaquel sin un solo avance, y trasladado a la Unidad de Derechos Humanos de la entidad encargada de investigar y acusar a los autores del delito.

Tan poca ha sido la actividad, que el Estado debió declarar como Delito de Lesa Humanidad el crimen de Gerardo Bedoya, para evitar su prescripción y el archivo correspondiente sin encontrar la verdad. Como en el caso de Álvaro Gómez Hurtado, de Raúl Echavarría Barrientos, de Guillermo Cano, de Alirio Beltrán y de tantos otros periodistas que denunciaron los mismos hechos de corrupción y narcotráfico y fueron asesinados, la verdad ha sido esquiva para las instituciones encargadas por la constitución de dictar justicia.

En esa impunidad está una de las razones más poderosas para que persista el crimen que pretende silenciar el periodismo que investiga, que destapa los males y desnuda a sus autores. Es la tragedia de las sociedades que tienen en la prensa libre uno de sus principales bastiones para alertar sobre los males que la rodean, por lo cual, los periodistas comprometidos con esa misión son víctimas de los antisociales que ven en ellos sus enemigos.

Hoy, el Estado realizará la audiencia para reconocer de manera formal la responsabilidad que le cabe por el asesinato de Gerardo Bedoya, además de solicitar perdón a sus hermanas Lía y Clara y a sus parientes. Es un acto justo que honra la memoria de quien fue el Director de estas páginas y autor de centenares de columnas que reflejan su personalidad, su conocimiento, su valor civil y el compromiso con la verdad.

El acto de hoy será también un homenaje a Gerardo Bedoya Borrero. Pero debe quedar claro que su crimen sigue impune.

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