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Momentos de tensión en Ecuador.
La policía en respuesta a un ataque al canal TC Televisión, un canal público con sede en Guayaquil, Ecuador, el martes 9 de enero de 2024. Un grupo de encapuchados armados irrumpió en la emisión en directo con armas y explosivos. (AP Foto/César Muñoz) | Foto: AP

Editorial

La guerra del Ecuador

Es la defensa necesaria de un país obligado a acabar con el narcotráfico, detener la angustia que se vive a diario en las calles y devolverles la tranquilidad a sus ciudadanos.

10 de enero de 2024 Por: Editorial

La violencia y el terrorismo desatados por el narcotráfico y la delincuencia organizada tienen otra vez bajo amenaza al Ecuador. Por ello, el Gobierno de Daniel Noboa se vio obligado a echarles mano al estado de excepción y a la declaratoria de conflicto armado interno para hacerle frente a la desafiante situación, así como para recuperar al país de las garras de la criminalidad y tratar de preservar la institucional.

El de ayer fue un día de miedo en varias ciudades de la nación vecina. Tras la fuga de una cárcel de Guayaquil de alias Fito, jefe de la banda ‘Los Choneros’, relacionada con el cartel del narcotráfico de Sinaloa, se desató una ola de violencia que ha incluido atentados sicariales, asesinatos de policías, motines penitenciarios, incursiones armadas a centros educativos y tomas a canales de televisión que se transmiten en vivo y en directo.

Es el más grave embate terrorista que ha debido enfrentar el presidente Noboa desde que asumió el poder hace un mes y medio, y que pone a tambalear de nuevo la estabilidad de la nación, como lo ha hecho en los años recientes, desde que las mafias de las drogas lo pusieron en la mira y llevaron su operación al país suramericano.

La fórmula parece calcada de la que ya vivió Colombia: organizaciones criminales que adquieren poder por la riqueza que produce el tráfico de drogas ilegales, se apoderan de las calles, se toman las cárceles, amedrentan a la población, corrompen a las autoridades a la vez que permean las instituciones y compran conciencias en todos los estamentos de la sociedad. Entonces desatan el caos, mientras desafían al gobierno, que a veces se ve superado por lo que acontece.

Por ello no queda opción diferente que recurrir a medidas extremas como las que se decretaron en los últimos dos días en Ecuador, para tratar de enfrentar a esas mafias. Por los próximos 30 días, prorrogables por un periodo de tiempo igual, se declararon el estado de excepción y de conflicto armado, con lo cual el Gobierno puede adoptar disposiciones extraordinarias, así como poner en pie de guerra a las autoridades militares y de policía.

Es la defensa necesaria de un país obligado a acabar con el narcotráfico, detener la angustia que se vive a diario en las calles y devolverles la tranquilidad a sus ciudadanos. La lucha no la puede dar en solitario. Además del respaldo nacional, es indispensable el apoyo de la comunidad internacional, llamada a rechazar lo que sucede y, como en el caso de Colombia, a brindar el acompañamiento que pueda dar desde su propia experiencia.

Ecuador debe recuperar su estabilidad y salvaguardar su institucionalidad para que sea viable preservarse como un Estado de Derecho. Para ello debe ponerle fin cuanto antes a esa guerra que ya deja centenares de víctimas, pone en peligro las libertades, así como la democracia misma y amenaza con llevar a la destrucción a la hermana nación.

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