Editorial
Las regalías perdidas
Valdría la pena conocer si, en particular a los municipios más pequeños, se les está brindando la asesoría y el acompañamiento que requieren para ser más eficientes en el proceso
La que debió ser una oportunidad de recibir recursos y destinarlos a mejorar la calidad de vida de los municipios, hoy es un fracaso para varios municipios del Valle. Los dineros provenientes del Sistema General de Regalías se perdieron por la falta de proyectos, porque estos no cumplieron los requisitos o porque fueron mal ejecutados. ¿La consecuencia?, que esa plata no les llegará en el actual bienio y se redistribuirá en otras poblaciones del país.
El Cerrito, Florida, Ginebra, Jamundí, Tuluá y Roldanillo son los municipios sancionados, al igual que la Universidad del Pacífico, al no presentar propuestas o no hacer un adecuado desempeño del presupuesto asignado. El castigo no se queda en devolver al Tesoro Nacional los recursos no usados; lo peor es que no recibirán recursos en el siguiente periodo, que corresponde a dos años.
Como la penalidad se impuso a principio de este 2023, esos dineros no les llegaron en su año de cierre a las actuales administraciones municipales, y, peor aún, tampoco podrán disponer de los recursos de las regalías los alcaldes que entrarán a ejercer el poder a partir del 1 de enero de 2024. Así se pierde la oportunidad de construir hospitales, reformar escuelas, hacer acueductos o realizar cualquier obra que mejore el bienestar de las comunidades.
La pregunta es qué está fallando en los procesos. Cuando se reformó el Sistema General de Regalías -cambio que entró a regir a partir de 2021 e incluyó la eliminación de los más de mil Órganos Colegiados de Administración y Decisión, Ocad, reduciéndolos apenas a ocho-, se creyó que era una oportunidad para darles mayor autonomía a los gobiernos locales en la definición del destino y la ejecución del presupuesto destinado. Así mismo, que se lograría una mayor eficacia en la inversión pública, tan anquilosada por cuenta del centralismo.
La realidad hoy es otra, como lo demuestran los seis municipios vallecaucanos castigados, de 17 que reciben recursos de las Regalías. Algunas administraciones han manifestado las dificultades que encuentran para cumplir con los requisitos o hacer la preparación de los proyectos que deben ser presentados y aprobados por el Sistema General de Regalías.
Valdría la pena conocer si, en particular a los municipios más pequeños, se les está brindando la asesoría y el acompañamiento que requieren para ser más eficientes en el proceso. Que 223 de 1500 entidades ejecutoras de Regalías en todo el país no tuvieran adecuado desempeño en el último año, llama por lo menos la atención y amerita un análisis sobre dónde está el punto de falla.
Sería imperdonable, en todo caso, que la pérdida de esos recursos obedeciera a la falta de gestión de los gobernantes locales o, peor aún, a la desidia estatal. De ser así, se les estaría negando a las poblaciones la posibilidad de que se atiendan muchas de sus necesidades básicas insatisfechas y se les estaría privando de tener vías terciarias, acceso a la conectividad, contar con suministro de agua potable y saneamiento básico o darle impulso al sector rural.
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