Editorial
¿Para cuándo?
Que se le diga a la región si mantiene la esperanza en esa vía, o de lo contrario que esos recursos que permanecen improductivos en una fiducia, o al menos los que se aforaron en el presupuesto del 2024, se utilicen para tantas obras que requieren con urgencia el departamento y su capital.
Diez años después de haberse entregado la concesión de la primera vía 4G del país, la Mulaló – Loboguerrero, el Valle del Cauca sigue esperando que se inicien las obras. Ya es tiempo de que se le diga al departamento si es factible resolver las diferencias entre el contratista y la Nación, y si al fin se destrabará un proyecto que tiene incidencia directa en la competitividad de las empresas de la región.
En el caso de la Mulaló-Loboguerrero el problema no es de falta de recursos. Los dineros están aprovisionados y para este año se incluyó una partida adicional de $330.000 millones en el presupuesto nacional. Lo que aún no se logra es un acuerdo entre la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, y Covimar, la firma a la que se le adjudicó la concesión, que pide recalcular la propuesta inicial y traerla a valor presente debido al retraso que ha sufrido el inicio de las obras. Será un segundo tribunal de arbitramento el que resuelva la solicitud, lo que puede tardar meses.
Hay que recordar que la vía fue planeada para reducir en 50 minutos el trayecto entre Cali y Buenaventura, donde está el principal puerto de Colombia, con lo que ello implica en términos de logística, transporte y costos financieros para la industria y el comercio nacionales. Cómo está trazada, la carretera atravesará la Cordillera Occidental en un recorrido de 32 kilómetros, tendrá nueve túneles que juntos suman 12,1kilómetros de extensión, además de 31 puentes y viaductos.
Si bien el acta de inicio del contrato se firmó en 2015, entre las consultas previas con las comunidades y la demora de varios años de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales para darle el visto bueno, el proyecto se estancó, y así sigue. ¿Cuánto tiempo más deberá pasar para que la Mulaló – Loboguerrero sea una realidad? ¿O el Valle deberá resignarse a nunca ver construida la carretera que lleva pidiendo desde hace más de 50 años? Aquí no se necesitan ‘vacas’ para recaudar dinero, lo que hace falta es voluntad.
Que se le diga a la región si mantiene la esperanza en esa vía, o de lo contrario que esos recursos que permanecen improductivos en una fiducia, o al menos los que se aforaron en el presupuesto del 2024, se utilicen para tantas obras que requieren con urgencia el departamento y su capital. Lo que no se puede aceptar es que se les incumpla una y otra vez a los vallecaucanos, que la infraestructura que necesita para su desarrollo no avance o termine convertida en otro elefante blanco más.
El tribunal de arbitramento que dirime las diferencias entre la ANI y Covimar debe tomar una decisión lo más pronto posible, que favorezca en primer lugar los intereses del Valle y de su sector productivo, que es el que jalona la economía regional pero también la nacional. La vía Mulaló – Loboguerrero, se necesita y cuanto antes. Voluntad y entendimiento es lo que se impone.