Petro y Venezuela
La Cumbre Internacional convocada para la próxima semana, a la cual están invitados mandatarios y representantes de gobiernos de América Latina y Europa, tiene como objetivo reimpulsar las conversaciones entre la oposición y el régimen vecinos, iniciadas en México y que llevan meses estancadas.
Las prioridades del presidente Gustavo Petro en cuanto a relaciones internacionales quedaron claras esta semana, cuando desde la Casa de Nariño se anunció que el mandatario de los colombianos terminaría de forma anticipada su visita a los Estados Unidos. ¿La razón? Una reunión imprevista que sostendrá el próximo viernes con voceros de la oposición venezolana como anticipo de la Conferencia Internacional sobre el vecino país que se convocó en Bogotá para el 25 de abril.
La decisión de acortar la estadía en el país norteamericano y cancelar las reuniones posteriores al encuentro con el presidente Biden para atender esa cita no programada, es una muestra más de la importancia que Petro les da a las relaciones con la nación hermana. No se puede olvidar que entre los primeros actos de su gobierno, estuvo la reanudación de relaciones diplomáticas con el régimen de Nicolás Maduro así como la apertura paulatina de los pasos fronterizos cerrados durante siete años.
No son las únicas manifestaciones de la cercanía del Presidente colombiano con Venezuela ni del deseo de hacer lo que esté en sus manos para sacar a esa nación de la especie de club de excluidos al que ingresó cuando el chavismo empezó a transitar el camino de la dictadura y fue clausurando las puertas de la democracia. Sin reparar en las consecuencias que la situación de la vecina república ha tenido en las relaciones binacionales ni las repercusiones económicas, políticas y sociales para nuestra nación en los 20 años de régimen, Gustavo Petro se convirtió en adalid de la causa venezolana y en su vocero más importante en el ámbito internacional.
Al Mandatario de los colombianos le debe asistir el propósito de ayudar al pueblo venezolano, golpeado primero por quienes llevaron a su país a la destrucción paulatina y utilizaron el poder para su exclusivo beneficio, y en segundo lugar afectado por las sanciones mundiales impuestas al régimen. Es de esperar que ello, y no solo su intención de consolidarse como líder de la izquierda en América Latina, sea lo que mueve el interés del presidente Petro.
La Cumbre Internacional convocada para la próxima semana, a la cual están invitados mandatarios y representantes de gobiernos de América Latina y Europa, tiene como objetivo reimpulsar las conversaciones entre la oposición y el régimen vecinos, iniciadas en México y que llevan meses estancadas. Si bien la presencia de Nicolás Maduro se ha descartado, esta deberá ser la oportunidad de abrir caminos que conduzcan a un diálogo efectivo y sobre todo para exigir el retorno absoluto de la democracia a Venezuela.
El pulso para medir que esta condición innegociable se cumpla serán las elecciones del 2024, en las que se deberá garantizar la participación libre de la oposición, asegurar la transparencia de las autoridades electorales y el respeto absoluto por los resultados. Así mismo hay que reclamar ya la libertad de los presos políticos y que se mejoren las condiciones de vida de los venezolanos. Solo así se detendrá la diáspora de la última década y se abrirán las puertas para el retorno de millones de exiliados.
Como naciones vecinas y hermanas, Colombia debe hacer lo necesario para ayudar a Venezuela. Ello no significa que en ese propósito se encubra la que a ojos del mundo es una dictadura ni se justifique a sus líderes.
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