Editorial
Problema de fondo
Urge un modelo de limpieza de zonas comunes, disposición y aprovechamiento de material reciclable, rutas selectivas de zonas gastronómicas y una línea de sanción clara frente a la mala disposición de los desechos.
La mala disposición de basuras y escombros en Cali no es un problema menor. Basta con pasar por la galería de Santa Elena, la Escombrera de la 50, el separador de la Calle 52 o la laguna de El Pondaje para darse cuenta que es una enfermedad crónica, enquistada en la ciudad.
En los últimos años, alcalde tras alcalde han abordado la que, sin duda, es una de las enfermedades crónicas en la capital del Valle, pero las soluciones de fondo no llegan. Se adoptan medidas paliativas, se lanzan propuestas como construir nuevas escombreras, se habla de entregarle al municipio el manejo de la recolección de basuras y las sanciones se quedan en impartir comparendos ambientales a los infractores.
La ciudad tiene, en el papel, un Plan de Gestión de Residuos Sólidos, Pgirs, la carta de navegación para administrar la atención de las basuras, pero son evidentes sus vacíos. Difícil entender que no haya responsables claros de la limpieza de algunos separadores viales, zonas verdes y canales de agua lluvias, puntos sensibles para los basureros crónicos, o que esa labor solo se realice una vez al mes por disposición del Pgirs.
Al inicio de sus mandatos el alcalde de Cali, Alejandro Eder, y la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, iniciaron una fuerte campaña, que durará dos meses, para recuperar y enlucir puntos abandonados de la ciudad. Pero no bastará con las jornadas de limpieza o con las campañas ciudadanas, si no hay un política coherente, que brinde claridad sobre las acciones a seguir en el manejo de los residuos.
El problema de las basuras en la capital del Valle es estructural. Como tal se debe manejar en el componente ambiental del próximo Plan de Desarrollo de la ciudad. Urge un modelo de limpieza de zonas comunes, disposición y aprovechamiento de material reciclable, rutas selectivas de zonas gastronómicas y una línea de sanción clara frente a la mala disposición de los desechos.
Según las informaciones más recientes, se prorrogará por un año la operación de las empresas recolectoras de basuras. En ese tiempo se deberán tomar las decisiones pertinentes sobre el futuro del negocio y dejar claras las reglas, así como los compromisos que asumirán las empresas operadoras para superar la crisis que, sin duda, vive la ciudad.
El manejo de los escombros merece capítulo aparte. La Escombrera de la 50, esa pared de desechos de construcción al aire libre, que contamina un amplio sector del oriente de la ciudad y en la que la Alcaldía gasta miles de millones de pesos para descolmatarla, es el monumento a la incapacidad de las administraciones caleñas para tomar decisiones definitivas.
Las basuras y escombros en la capital del Valle requieren de soluciones definitivas. Responsabilidad que le corresponde asumir a la nueva Administración Municipal, que debe ser acompañada por el Concejo, con el compromiso de los operadores y el apoyo de todos los caleños. Son los ciudadanos los llamados a cambiar su comportamiento, cumplir las normas y dejar de inundar de desperdicios las calles, los canales y los espacios públicos.
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