Editorial
Unidad y reconciliación
Colombia hoy afronta varias crisis, en diferentes ámbitos, que demandan de la unión del país y de un esfuerzo coordinado entre sus gobernantes.
El mensaje no pudo ser más adverso para la unidad de la Nación. A la primera reunión del presidente Gustavo Petro con los gobernadores elegidos el 29 de octubre solo fueron convocados aquellos “afines” a su proyecto político, mientras los demás, la mayoría, quedaron excluidos de la cita. Ni reconciliación ni un gobierno para todos, parece ser el aviso enviado a los colombianos.
Es bien conocida la difícil relación sostenida entre el Presidente y los actuales mandatarios seccionales desde su llegada al poder central. En 15 meses de su gobierno no ha atendido las citaciones de la Federación Nacional de Departamentos y son permanentes las quejas de los gobernadores por la displicencia que sienten por el trato que desde Bogotá se les da a sus reclamos, en particular a aquellos relacionados con la seguridad regional.
La división entre el Gobierno Nacional y los gobiernos seccionales no es una mera percepción, ni hay nada que indique que la situación terminará el próximo 31 de diciembre. Difícil ver como una coincidencia que la cerrada invitación del presidente Petro a los 14 gobernadores “elegidos con las fuerzas que me apoyaron en mi primera vuelta presidencial”, como lo registró en su cuenta de X, se diera precisamente para el mismo día de la Cumbre de Santa Marta a la que estaban citados los mandatarios escogidos por voluntad popular y cuya fecha estaba organizada aún antes de los comicios.
La sensación de saboteo quedó en el aire, así la Consejera Presidencial para las Regiones se apresurara a aclarar que la intención de Gustavo Petro es “hacer un trabajo en equipo, un gobierno de todos y especialmente con las regiones”, por lo cual se reuniría con los demás mandatarios departamentales la próxima semana. Así respondía la funcionaria a las críticas del Presidente de la Federación Nacional de Departamentos, quien no dudó en hablar de “gobernadores de primera línea y gobernadores de segunda línea”.
Colombia hoy afronta varias crisis, en diferentes ámbitos, que demandan de la unión del país y de un esfuerzo coordinado entre sus gobernantes. La violencia y la inseguridad siguen siendo los problemas más complejos en todo el territorio nacional; el decrecimiento de la economía pasa factura en la generación de empleo y en la competitividad empresarial; la política de la paz total en la que se ha empeñado el Primer Mandatario hace aguas por el incumplimiento de las organizaciones criminales, mientras crecen las masacres, los secuestros y los asesinatos de líderes sociales.
Por ello, los colombianos reclaman que desde el Gobierno central se tiendan puentes hacia las regiones y se gobierne para todos por igual. Así se pretenda justificar, la reunión con los mandatarios elegidos afines al Petrismo envía un mensaje de división, otro más que se suma a los que lanza constantemente el Presidente de la República y que exacerban la polarización nacional. La elección y pronta posesión de los nuevos gobernantes debería ser el momento para deponer los ánimos y dar las señales de reconciliación y unidad que tanto necesita la Nación.