Negocio despiadado
Detrás de esos miles de personas que llegan al país desde cualquier parte del mundo en su travesía hacia los Estados Unidos, está el negocio más infame que exista: el del tráfico humano.
Las calles de Necoclí, en Antioquia, son hoy el epicentro de la migración ilegal que busca alcanzar el sueño americano y en su propósito se enfrenta a las peores condiciones, como pasar por el tapón del Darién, una selva indómita y peligrosa.
Detrás de esos miles de personas que llegan al país desde cualquier parte del mundo en su travesía hacia los Estados Unidos, está el negocio más infame que exista: el del tráfico humano.
Colombia lleva años como territorio de tránsito de asiáticos, africanos, cubanos o venezolanos, a quienes las mafias ingresan por los pasos fronterizos, los someten a vejámenes y riesgos, en muchos casos son abandonados a su suerte y decenas encuentran la muerte.
Es la explotación de la necesidad humana, que sucede en el país bajo la mirada pasiva e incluso cómplice de algunos funcionarios y lleva a que Necoclí triplique su población con los diez mil inmigrantes ilegales que le llegan, sin tener condiciones para recibirlos.
Lo del municipio antioqueño, las tragedias que se presentan en aguas del Pacífico colombiano o las desgracias de quienes se arriesgan a atravesar por el Darién se podrían solucionar con la intervención de las autoridades de Colombia y del resto de Suramérica.
Y comienza por realizar un control efectivo en las fronteras nacionales, persiguiendo y judicializando a quienes explotan el inmoral negocio que trafica con seres humanos y se lucra de sus necesidades.