El mensaje de Luz Adriana Camargo, nueva Fiscal del país: “No me dedicaré ni a ayudar ni a perseguir a nadie”

Por Luis Carlos Gómez, editor general de Colprensa.

Conociendo la historia de la Fiscalía, de la que ha salido uno que otro candidato presidencial, es extraño escuchar decir a la nueva fiscal general de la Nación, Luz Adriana Camargo, que preferiría ser una fiscal poco recordada por la ciudadanía.

Ella, la segunda mujer que ocupa el cargo en titularidad, es una abogada penalista experta en investigación criminal y promete ser una fiscal técnica, que se preocupará por mejorar la gestión de los procesos a cargo del ente y que no intervendrá en las decisiones de los fiscales.

Asegura que la Fiscalía, más que perseguir a ladrones de celulares, debe preocuparse por desmantelar las estructuras medianas y grandes del crimen organizado.

El presidente Petro le pidió diseñar una estrategia para el sometimiento de organizaciones criminales. ¿Cómo se imagina esa política?

Voy a atender la invitación que está haciendo el Presidente para examinar si el marco legal que tenemos para el sometimiento individual puede ser la sombrilla que ampare un sometimiento colectivo. Por supuesto, no puedo avanzar nada sobre el tema, porque es absolutamente novedoso.

Hasta ahora vamos a empezar a examinarlo. Lo que sí es cierto es que es un tema que me parece que requiere de la mayor preparación y cuidado, y lo que he pensado para lograrlo es rodearme de un buen equipo con el que podamos examinar si es posible que lo hagamos sin ninguna modificación legal.

Las pasadas fiscalías muestran buenas cifras en la lucha contra la impunidad, pero la realidad pareciera ser otra. ¿Qué podría hacer mejor la institución para esa labor?

Ese es un punto que es de mi mayor interés. No basta con que nosotros hagamos un examen interno de medición de resultados si ese ejercicio no lo validamos con lo que está pasando en los territorios. Yo tengo la misma sensación. Cuando uno ve informes donde se habla de que se han desmantelado ‘n’ número de organizaciones criminales, usted dice: ‘¿pero de qué tamaño son en realidad, por qué si se desmantelan y se desmantelan, siguen existiendo los mismos fenómenos?’”.

Entonces, tal vez estamos ante una de dos alternativas: o estamos mapeando mal la criminalidad, las bandas y sus integrantes, o hay una subvaloración de lo que en realidad son los grupos armados ilegales y las organizaciones criminales.

Lo que propongo es que tengamos una mirada mucho más dirigida hacia los territorios para, precisamente, mapear la realidad de cómo vive la gente, tanto en las ciudades como en los lugares apartados y cómo son esas relaciones de la criminalidad. Eso es un trabajo monumental, muy de la mano con autoridades locales e incluso, en la medida que sea posible, con organizaciones sociales.

A la Justicia se le culpa de que capturan a delincuentes y al día siguiente están libres, ¿qué se podría hacer para evitar que estas personas sigan cometiendo crímenes?

A mí me gusta más pensar en persecución penal de mediana o gran escala. No sé qué tanto le estamos aportando a la ciudadanía, en términos de seguridad, cuando nos quedamos capturando al delincuente que se robó el celular. Tal vez debiéramos hacer un trabajo más paciente y serio, para desarticular la banda que roba celulares, porque cuando usted captura a ese delincuente y lo mete a la cárcel, es probable que haya diez candidatos más a reemplazarlo.

Creo que debemos hacer una persecución penal más inteligente, y eso significa trabajar más sobre conexión de casos y de patrones y documentación de prácticas criminales. Esa es la Fiscalía que me propongo llevar a cabo. Tenemos que focalizar la atención en que esa criminalidad tiene fines económicos, y una forma de desmantelarla es haciendo un seguimiento de las rutas de dinero. Ese va a ser un tema de todo el interés de la Fiscalía General.

Se critica que la institución investiga de forma selectiva y que hay ciertos delitos, como los casos de corrupción, que se quedan sin indagar, ¿qué opina?

La corrupción tampoco opera de manera aislada. Los fenómenos de corrupción están asociados a fenómenos de cooptación o a otra serie de fenómenos criminales. Muy eventualmente la corrupción camina sola. Cuando uno ataca solo lo evidente, deja vivo el fenómeno. Si yo me dedico a revisar contratos mal hechos en una administración municipal y eso no lo enlazo a que detrás hay cohechos, rutas de dinero y enriquecimiento ilícito y lavado de activos, pues dejo conductas sueltas.

¿Y qué propone al respecto?

Evaluar los fenómenos criminales en su verdadera dimensión y generar estrategias efectivas de persecución que conjuguen toda esa complejidad delictiva. Lo más fácil es coger casos que tienen imputado conocido, hacer imputaciones y llevar a juicio, pero lo que planteo es qué tanto estamos aportando en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos bajo esa lógica de casos a casos.

La Fiscal General no debe meter la mano en los procesos. Debe ser una buena gerente de la investigación, que promueve buenas prácticas, metas adecuadas que nos midan de verdad y validar esas metas en terreno; que ejerza controles efectivos sobre la actividad de fiscales e investigadores, de modo que no tengamos la sensación de que no pasa nada.

¿Eso significa no intervenir en las decisiones de los fiscales?

La Fiscal General puede tomar directivas generales sobre el trámite de procesos, por ejemplo en términos de priorización y articulación, pero no en términos de las decisiones de los fiscales. Ellos responden por la legalidad de sus actuaciones, y el control que se ejerce desde las directivas de la entidad es un control de gestión. Quiero una fiscalía que no se dedique ni a ayudar ni a perseguir a nadie, y que no tenga una agenda política, que no tenga una agenda determinada por los intereses mediáticos, los casos que más suenan.

Se dice que, al haberla ternado, el Presidente podría influir en las decisiones que usted tome eventualmente. ¿Cómo evitará esa percepción en casos como los de Laura Sarabia o Nicolás Petro?

En la medida en que las investigaciones estén soportadas en una buena actividad de recolección de evidencias, que sean técnicas; en buenas teorías del caso, que estén apoyadas con pruebas, creo que esas hipótesis de favorecimiento o de persecución deberían desaparecer. Es un tema que depende de la calidad de trabajo que presentamos como Fiscalía. En cuanto al proceso de elección de Fiscal General, me parece que es importante que el país reflexione que en casi todos los países la Fiscalía es del Ejecutivo y la nombra directamente el Mandatario. En Colombia diseñamos un sistema que tiene por propósito que haya un equilibrio, una terna presentada por el Presidente, que envía a la Corte Suprema de Justicia para que esta elija al Fiscal General. Es decir, un sistema diseñado para que esta Fiscalía sea independiente y eso es bastante equilibrado en términos de pesos y contrapesos.

En el proceso de elección, se habló de su cercanía con el Ministro de Defensa. ¿Cómo garantizará ese equilibrio del que habla?

El desempeño del cargo es lo que va a hablar de mí, de mi gestión. Indudablemente, hay muchos temas en los que la Fiscal se va a tener que relacionar con el Ministro, porque él tiene a su cargo la Policía Nacional y en ella a la Policía Judicial, y ahí requerimos un trabajo respetuoso y armónico de colaboración. La Fiscal es la directora de la Policía Judicial, entonces tenemos que hacer que esa relación fluya para que esos recursos efectivamente colaboren en la construcción de conocimiento en la investigación criminal.

Se ha fallado en producir resultados frente a crímenes de líderes sociales y firmantes del Acuerdo de Paz. ¿Qué debería hacer la Fiscalía para que eso no siga ocurriendo?

Lo mismo que sucede con los homicidios en general: hay que tener una mirada que indique cuál es el contexto en el que estos crímenes están sucediendo, dónde están sucediendo, cuáles son las prácticas que los caracterizan, los patrones de sistematicidad y cómo conjugamos eso con la información de la que dispone la Fiscalía sobre la operación de distintas organizaciones paramilitares en esos territorios, para lograr las claves y obtener no solo detener el fenómeno y esclarecer esos casos, sino también desmantelar las organizaciones sucesoras del paramilitarismo, que yo creo que son máscaras del mismo paramilitarismo.

Están abiertos varios procesos contra fiscales por presunta corrupción, ¿cómo limpiar la imagen que tiene la entidad?

No tengo datos precisos al respecto. No sé qué número de investigaciones penales o disciplinarias están cursando actualmente contra fiscales o investigadores. Es un dato al que seguramente voy a tener acceso en el empalme. La estrategia depende, en buena parte, no de una cacería de brujas dentro de la entidad, sino más bien de un proceso articulado con otras autoridades, como la Comisión de Disciplina judicial y los grupos internos anticorrupción. Tiene que haber una estrategia articulada.

Los fenómenos de corrupción interna hay que atacarlos, pero también hay que ser sereno en ese tipo de actividades y no generar pánico en la entidad. Es importante mandar un mensaje a los fiscales en el sentido de que esta no es una fiscalía que va a perseguir a sus funcionarios. Soy criada en la Fiscalía y sé que hay gente muy buena y decente.

¿Qué puede hacer diferente su fiscalía de las anteriores?

Espero ser una fiscal poco recordada. ¿En qué sentido? En que quiero que haya más Fiscalía y menos fiscal. Es decir, quiero que al final de mi período se tenga una fiscalía más fuerte, no una figura muy emblemática de Fiscal General. Quiero ser una fiscal técnica, que les aporta a los funcionarios para el ejercicio de su labor y muy exigente en las metas institucionales. Espero que para el país esta administración implique un cambio de paradigma en el sentido de que sientan que el trabajo de la Fiscalía tiene una repercusión favorable en sus vidas.