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Elecciones en Estados Unidos: una elección caliente para EE.UU. y fría para Latinoamérica; análisis
Las campañas del expresidente Donald Trump y la actual vicepresidenta, Kamala Harris, han carecido de mensajes relevantes para esta parte del continente, dice el experto.
Las elecciones de este martes 5 de noviembre en los Estados Unidos son, sin duda, un acontecimiento de vital importancia para la política y la economía mundial.
Más aún cuando las economías globales vienen sufriendo constantes tempestades que incrementan la incertidumbre que tiene el devenir de la historia, con la probable transformación del mundo a consecuencia de la cuarta revolución industrial, el auge de la ciencia cuántica, la inteligencia artificial y el inevitable camino a la neohumanidad, como algunos científicos sociales llamamos al proceso de cohesión entre la robótica y la humanidad.
En otras circunstancias, en este crucial momento de la historia, las elecciones norteamericanas generarían una mayor expectativa de la que hoy tienen, debido a varios factores, pero principalmente al desapego que las recientes administraciones estadounidenses han tenido con la realidad y los problemas de Latinoamérica.
Hoy, nuestra región no es ni siquiera más el patio trasero de Washington.
Las campañas del expresidente Donald Trump y la actual vicepresidenta, Kamala Harris, han carecido de mensajes relevantes para esta parte del continente.
Salvo las promesas de ambos candidatos de reforzar las políticas migratorias, las estrategias para cautivar el voto latino han estado más enfocadas a responder a necesidades de las diversas comunidades hispanas como parte de las medidas generales para todos los ciudadanos norteamericanos, pero sin enfocarse a una necesidad especifica de los hispanos.
Impacto en la economía
En el ámbito económico, sin embargo, las diferencias entre las propuestas de ambos candidatos difieren en las relaciones comerciales y la visión del manejo de las inversiones.
Como es sabido, el Partido Republicano se inclina por políticas más proteccionistas que afectarían principalmente la relación comercial con México, en el contexto del llamado ‘nearshoring’ lo que contrasta con la actual política económica de la Administración Biden-Harris, y cuya continuidad se esperaría de ganar el Partido Demócrata las elecciones.
Otro aspecto relevante es el factor China. En el transcurso de los últimos años, Estados Unidos ha reducido su atención a las relaciones comerciales con Latinoamérica, permitiendo así el auge de la influencia de las inversiones del país asiático en las economías de diversos países como Perú, Colombia, Chile, entre otros.
Si Estados Unidos continúa descuidando en materia económica su cercanía geopolítica con nuestra región, es claro que China y los países asiáticos que conforman el Foro de Cooperación Asia-Pacífico, Apec, continuarán afianzando su posicionamiento geopolítico y económico en esta parte del hemisferio.
Es necesario recordar que Estados Unidos, principalmente bajo administraciones del Partido Demócrata, mantiene acuerdos de libre comercio con Chile, Perú, República Dominicana, México y la mayoría de países centroamericanos.
Trump, por su lado, propone imponer un arancel de hasta el 20 % a todos los bienes importados (más un arancel del 60 % a todos los bienes importados de China) de acuerdo a la cadena CNBC.
Influencia en política latinoamericana
Aunque no está claro aún cuál sería el impacto real de un posible triunfo de Trump o Harris sobre las democracias latinoamericanas, lo cierto es que a nivel ideológico se han generado expectativas en todo el continente.
Los sectores conservadores esperan que el Partido Republicano gane las elecciones con la esperanza que ese triunfo reenergice las fuerzas de la derecha en naciones como Colombia, Brasil, Perú y Chile, que han cedido el poder a gobiernos izquierdistas.
Por su lado, en países como Argentina un triunfo de Trump sería muy bien recibido por un Javier Milei que en muchos aspectos se asemeja a la forma como conduce su posicionamiento político y mediático el líder republicano.
En el otro escenario, los gobiernos progresistas de centro y Suramérica esperan con ansias el triunfo de Kamala Harris, que abiertamente ha mostrado un discurso mucho más apegado a los intereses de las izquierdas latinoamericana, especialmente en políticas ambientalistas, Derechos Humanos y otros de la agenda progresista.
Sin embargo, la política y las sociedades latinoamericanas que vienen atravesando un profundo proceso de fragmentación y polarización se conducen de manera muy alejada de los Estados Unidos. Por ello, considerar que el triunfo de Trump o Harris pueda influir en elecciones o en los procesos políticos de la región es casi imposible.
El factor Venezuela
Es claro que las democracias latinoamericanas tienen su punto de inflexión con el caso de Venezuela y la cuestionada e ilegítima reelección de Nicolas Maduro como presidente, hecho que incluso motivó la visible división de la izquierda continental.
A pesar de que tanto el Partido Republicano como el Demócrata convienen en señalar que el vecino país vive un proceso antidemocrático, es claro que la posición de Trump es mucho más radical que lo que ha sido la dupla Biden- Harris.
Cabe recordar que la actual Administración demócrata relajó las sanciones contra Caracas, aunque posteriormente reestableció algunas de ellas, mientras que Trump ha sido muy duro con Venezuela y Cuba. Fue durante su gobierno que se creó el Grupo de Lima, que fue duramente resistido por los gobiernos izquierdistas de Colombia y Bolivia, por ejemplo.
Como vemos, las elecciones presidenciales de EE.UU. pueden generar cambios en las condiciones de la política y la economía de América Latina, pero, por lo mostrado por ambos candidatos, la influencia de ese país en la realidad latinoamericana es cada vez menor, por lo que me atrevo a concluir que los próximos comicios estadounidenses mantienen temperaturas muy calientes para Norteamérica, Europa, Asia y Medio Oriente, pero muy fría y casi gélida para nuestro continente.