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Lo primero que se observa son alteraciones en la memoria del día a día de los pacientes que padecen esta condición. | Foto: ISTOCK /EL PAÍS

ALZHEIMER

Demencia tipo Alzheimer: cuando los olvidos trastornan el diario vivir

La principal consecuencia de esta enfermedad es que altera la funcionalidad de las personas, y esto se refiere a la capacidad que tiene cada uno de desempeñar las actividades de la vida diaria, generando dependencia. Recomendaciones para hacer más lento el progreso de esta patología.

30 de septiembre de 2020 Por: Ángela Marcela Álvarez H., del Semillero de Periodismo El País

Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la demencia afecta en todo el mundo a unas 50 millones de personas y se estima que cada año se registran alrededor de 10 millones de casos nuevos.

Estudios de esta misma entidad calculan que si la prevalencia de demencia actual se mantiene constante, en el año 2050 habrá alrededor de 130 millones de personas afectadas.

Miguel Germán Borda, médico geriatra, expone que la demencia es una enfermedad neurodegenerativa que se produce principalmente en personas mayores, generando la acumulación de proteínas de desecho en el cerebro, matando las neuronas e impidiendo el funcionamiento de forma correcta de las mismas, provocando una degeneración en la estructura del cerebro y afectando las funciones del mismo.

“Lo primero que se ve son alteraciones en la memoria del día a día: dónde dejó las llaves, qué fue lo que desayunó, quién lo visitó; y a medida que avanza la enfermedad se van alterando otro tipo de funciones como manejar el carro, tener el control del dinero, cocinar. En estados más avanzados se altera la memoria de los recuerdos más antiguos, que se olvidan de último, ya que son recuerdos que se tienen guardados en la biblioteca de nuestro cerebro, por decirlo así”, asegura Borda.

“Esta enfermedad afecta todo lo que es la corteza cerebral, la parte cognitiva y el desempeño funcional del paciente. Las dos características patológicas de la enfermedad de Alzheimer son depósitos de vitaminoide y de ovillos neurofibrilares, es como si tuvieras telarañas dentro de las células de tu cerebro, esto conduce a la pérdida de las neuronas y se va perdiendo la masa del mismo, un ejemplo de esto es como cuando se va disminuyendo la gelatina al estar fuera de la nevera, se va derritiendo y acabando, en este caso se atrofia el cerebro”, asegura la neuróloga Carmen Adriana Caballero.

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Diagnóstico

Caballero explica que para poder diagnosticar esta enfermedad se debe realizar una entrevista llamada anamnesis, que consiste en la valoración del paciente en su contexto familiar, personal y social.

Mediante esta se analizar la autonomía que tiene el paciente en sus actividades diarias, el nivel de dependencia con su cuidador y este tipo de valoraciones arrojan si existe trastorno cognitivo o no; además, se lleva a cabo una prueba neuropsicológica que corrobora si el paciente padece de deterioro cognitivo o no.

Ángela Pérez, especialista en neuropsicología, afirma que la evaluación neuropsicológica consiste en aplicar pruebas que ponen en funcionamiento diferentes partes del cerebro de la persona, y de acuerdo a las respuestas y el nivel de alteración que se presente, se puede determinar si ese perfil tiene las características del deterioro cognitivo.

Agrega que son pruebas de memoria, atención, lenguaje, orientación espacial, función ejecutiva y toma de decisiones, las cuales están estandarizadas de acuerdo a la edad y al nivel escolar del paciente.

Estas pruebas también permiten evidenciar el momento en el que la persona debe dejar de realizar actividades que requieran muchos esfuerzos. Según Pérez, uno de los momentos más difíciles, tanto para el paciente como para la familia, es cuando llega la hora de parar las acciones que requieren mucho esfuerzo, es decir, la toma de decisiones importantes, manejar dinero o conducir; para tomar esta decisión se apoyan en factores como la dificultad para contar dinero, desorientación en lugares conocidos o si se le dificulta prestar atención.

María del Pilar Hurtado, cuidadora principal de su madre, quien padece demencia tipo Alzheimer asegura que asimilar y aceptar esta enfermedad fue un proceso muy difícil para su vida, ya que hay que entender los cambios de ánimo que empieza a tener la persona, hay que aceptar que es una enfermedad que no tiene cura y que las consecuencias se ven a medida que avanza el tiempo y no hay manera de detenerlo. “A mi mamá se le empezó a olvidar dónde dejaba las cosas, cuáles eran sus medicamentos, a qué hora debía tomarlos y yo pensaba que estos olvidos eran por la vejez, hasta que empecé a aprender un poco de esta enfermedad y me di cuenta de la gravedad de esta”.

Principales consecuencias

La principal consecuencia de esta enfermedad es que altera la funcionalidad de las personas, y esto se refiere a la capacidad que tiene cada uno de desempeñar las actividades de la vida diaria, generando dependencia y que el individuo no se pueda mover por sí solo, trayendo consecuencias como la obesidad y la depresión. Todos estos factores llevan a la degeneración en la calidad de vida, pero las personas normalmente no se mueren por el Alzheimer sino que mueren con esto”, opina Borda.

Según el geriatra, el comportamiento es modulado, controlado y producido en el cerebro, pero hay partes que con la demencia se afectan y es por esto que algunas personas se tornan agresivas, depresivas, irritables, no comen o se vuelven depresivos, siendo estos síntomas asociados a la enfermedad.

Por su parte, la neuróloga afirma que este tipo de comportamientos se presentan por la alteración de la personalidad previa, es decir, si la persona era agresiva cuando estaba sana y padece esta enfermedad, se comportará peor dependiendo de su historia personal, familiar y conductual previa. Agrega que este tipo de comportamientos influyen mucho en cómo está recibiendo la carga el cuidador, cómo ve la situación, cómo la maneja, cómo es capaz de flexibilizarse frente a la inflexibilidad del paciente.

Actividades que hacen más lento el progreso de la enfermedad

A pesar de que es una enfermedad que no tiene cura, hay factores que hacen lento el progreso de la misma. Miguel Borda indica que actividades como no fumar, no consumir alcohol, dormir bien, hacer ejercicio y tener una buena alimentación hacen que el deterioro sea más lento.

Además, los estudios han demostrado que las personas que tienen mayor escolaridad y que saben más idiomas están más protegidas, sin asegurar que no están libres de padecer esto, sino que la enfermedad se mueve, es decir, la generan más tarde, retrasan el inicio.

“Esta enfermedad va avanzando a medida que pasa el tiempo. El estado más avanzado es cuando la persona no puede contener los esfínteres y debe mantenerse en una cama, no puede hablar, no puede comer, porque se pierde la conexión entre el cerebro y los músculos que degluten el alimento, no pueden sostener la cabeza”, asevera Borda.

Recomendaciones

El geriatra aconseja que se deben mantener hábitos de la vida saludable como una buena alimentación, ejercicio físico, evitar cambios bruscos en la vida cotidiana a la que están acostumbrados, no fumar, adecuar un buen patrón de sueño.

que el cuidador debe estar atento si el enfermo desarrolla depresión y no volverlo algo normal, ya que, muchas veces, los adultos mayores que sufren Alzheimer dejan de comer, se deprimen, no quieren moverse, y estos síntomas deben reportarlos porque pueden generar agravamientos en la condición del paciente y deterioro en la calidad de vida.

“Lo más importante es tenerlos activos, que le respeten sus horarios y sus tiempos. Deben tener un plan de rutina, es decir, que estén vinculados a una actividad, permitirles ser y hacer, porque la gente los quiere totalmente limitados en el miedo, no los dejan parar, no los dejan ser.

Si al paciente le gustaba pintar, permitirle rayar y pintar, dejarlo hacer actividades lúdicas que solía realizar antes y hacerles sentir que tienen una opción. Los familiares deben adaptarse a ese estilo y condición de vida, de la aceptación depende un gran éxito en la evolución del paciente. Cuando se acepta la dificultad es más fácil entender que la lucha en contra del diagnóstico es lo que hace que el familiar se agote más”, explica Caballero.

Según Ángela Pérez es fundamental cumplir un horario de actividades, tener paciencia, ser empáticos.

Explica que si ese paciente repite muchas veces las cosas no es porque quiera sino porque realmente se le olvida, y lo que se debe hacer es ayudarle a simplificar las actividades sin que se vuelva inútil, es decir, si tiene dificultades para vestirse, entonces no lo deben vestir, sino cambiarle los botones por velcro o no ponerle zapatos de cordón sino babuchas, mantenerlo activo practicando juegos de mesa.

Finaliza diciendo que se debe tratar de reforzar los logros, ya que muchas veces la familia le recalca que se le olvidan las cosas y en fases iniciales el paciente está consciente de su dificultad y esto genera que se deprima. La idea es apoyarlo y que haga las actividades que puede hacer.
“La recomendación más importante para un cuidador es aceptar la enfermedad y aprender mucho de lo que pasa con el enfermo, es decir, informarse y leer para tratar de entenderlo y darle el trato que necesita en cada situación. No se le debe reprochar ni culpar por los olvidos que tengan, no hay que pedirle que se esfuerce por recordar algo en determinado momento porque eso los frustra a ellos. Si por ejemplo los visita un familiar y ellos no lo recuerdan, no hay que pedirle que haga el esfuerzo por recordar quién es, sino recordárselo y ayudarle a pensar.

Además, algo que les ayuda es dejarlos que cuenten sus anécdotas una y otra vez, porque ellos se sienten bien haciendo esto”, cuenta María del Pilar Hurtado, cuidadora de su madre, paciente diagnosticada con demencia tipo Alzheimer.

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