Salud
La dura batalla contra la desnutrición: el pronóstico no es alentador en Colombia, Valle del Cauca y Cali
Bajo peso al nacer, madres muy jóvenes o con pocos estudios, y familias que presentan inseguridad alimentaria, están entre las causas de esta condición.
Si el cuerpo de un niño no recibe las vitaminas, proteínas, carbohidratos y micronutrientes para crecer y funcionar adecuadamente, el cerebro y todos los órganos tampoco lo hacen, y es cuando se empieza a manifestar la desnutrición.
En caso de que esta condición sea aguda y severa, lleva al mal funcionamiento de varios sistemas orgánicos e, incluso, afecta su capacidad de responder a infecciones u otras enfermedades. Por este motivo, muchos niños fallecen en el contexto de una enfermedad infecciosa: diarrea, neumonía, infección de piel, etcétera. Así lo plantea el pediatra Javier Díaz Amaya, al agregar que “también puede llevar a la muerte en casos de hipoglicemia o de deshidratación”.
La desnutrición es la forma más severa de la inseguridad alimentaria y del hambre y se puede manifestar con bajo peso para la estatura del niño, lo que se denomina desnutrición aguda, que ocasiona mayor morbilidad y mortalidad. Pero, cuando se presenta con baja estatura respecto de los demás niños de su edad, se le conoce como desnutrición crónica.
Además de la alta probabilidad de muerte que tiene un menor con estas deficiencias nutricionales frente a uno sano, hay muchas secuelas.
Apoyado en su visión como consultor en desarrollo, el doctor Díaz afirma que “los niños que han sufrido desnutrición de forma prolongada, severa o intensa, pueden tener consecuencias que trascienden a la vida adulta. Esto se ha visto en el impacto en el desarrollo cognitivo en el que se afecta el desempeño académico, y que puede condicionar deserción escolar, problemas de aprendizaje, y se relacionan con menores oportunidades profesionales, menor cualificación laboral y menor ingreso laboral”.
“Alimentar a la niñez, es entregarle a la sociedad un capital humano fortalecido, saludable, con capacidades para el trabajo y toda la gama de habilidades, listas para ser puestas al servicio del país”, apunta Diana Pineda, líder de Inversión Social de la Fundación Éxito.
Sin señales de mejora
En Colombia, el Valle del Cauca y Cali, el pronóstico no es nada alentador. Reflejo de ello es que en 2023 se reportaron al Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) 24.226 casos de desnutrición aguda en el país, siendo la notificación más alta hasta el momento, con una prevalencia de 0,65 por cada 100 menores de cinco años.
Y si bien el Valle es el departamento con menos reportes a nivel nacional (ver gráfico), al pasado 8 de junio ya se registraban 295 casos de desnutrición aguda en niños de 0 a 59 meses, según el Sivigila. “Una cifra superior comparada con el mismo periodo de 2023, que tuvo un registro de 279 casos. Lo que significa que hubo un incremento porcentual del 5,73 con relación al año anterior”, afirma la Secretaria de Salud del Valle, María Cristina Lesmes.
Es de anotar que la prevalencia más alta de desnutrición aguda para el Valle se observó en 2023, con 0,46 por cada 100.000 niños menores de 5 años.
En cuanto al año con mayor número de muertes por esta causa fue el 2022, con 8 casos. En 2023 fallecieron 5 niños. Respecto a los municipios más afectados, figuran: Palmira, 54 casos (18.3 %), Jamundí, 31 (10,50 %), Tuluá, 19 (6,44 %), Candelaria 17 (5,76 %) y Cartago, 16 casos (5,42 %).
La batalla contra este mal en el Valle del Cauca incluye dos grandes metas, contempladas en el Plan de Desarrollo 2024-2027, de acuerdo con la funcionaria.
Entre las diversas actividades está la búsqueda comunitaria en los municipios a través de medición de peso y talla para establecer posibles casos no identificados. También un plan de choque el cual incluye acciones intersectoriales: comités de emergencia con actores del sistema de seguridad social donde se vigila la conducta inicial, tratamiento y seguimiento a la atención integral de cada niño notificado en el Sivigila. Asimismo, está el seguimiento a padres o cuidadores para verificar la entrega oportuna y suministro adecuado de fórmula terapéutica que garantiza la recuperación de los infantes.
En 2023 en Cali, en materia de desnutrición aguda y crónica, se aumentó la incidencia en menores de cinco años, según el programa Cali Cómo Vamos y la Fundación Éxito (gráfico).
Algunos niños ya nacen desnutridos, como ocurrió con los 1908 con bajo peso al nacer (menos de 2.500 gramos), de un total de 18.317.
Debido a la malnutrición, el año pasado falleció un menor de cinco años. Así, Cali completa al menos cinco años consecutivos registrando al menos una muerte. En 2022 un niño perdió la vida por esta situación.
La Alcaldía de Cali cuenta con varios programas para enfrentar esta amenaza para la población infantil.
Uno de ellos, según Carlos Pinzón, subsecretario de Salud Pública de la Secretaría de Salud de Cali, es el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, que prioriza el monitoreo del estado de menores de 5 años, embarazadas y otras poblaciones. Se realizan visitas domiciliarias a niños con desnutrición registrados para ofrecer tamizaje, asesoría para su recuperación, promoción de hábitos saludables y derivación a programas de asistencia alimentaria. Entre las estrategias cuentan con actividades educativas en comunidades, centros de atención infantil y empresas a las que se brinda asistencia para implementar Salas Amigas de la Familia Lactante y de Extracción de Leche Humana.
Muchas causas
Este es un fenómeno con múltiples causas. El bajo peso al nacer es una de ellas y está entre las barreras para erradicar esta condición en el Valle, “debido a la poca o nula ganancia de peso de la madre durante la gestación”, agrega la doctora María Cristina Lesmes.
Una situación que se agrava por la inseguridad alimentaria de muchas familias y el poco grado de escolaridad de las madres, que les impide acceder a un empleo formal y les resta posibilidad de recurrir a profesionales para tomar decisiones asertivas en la crianza.
Según el Dane, el 66,4 % de los niños que nacieron en 2022 tuvo una madre cuyo grado máximo de educación fue el bachillerato. De acuerdo con el organismo, el 17 % tiene a una mamá adolescente, y el 1 % tiene como madre a una niña entre 10 y 14 años.
Cómo alimentarlos
“La lactancia materna es básica, pues es el único alimento que aporta todos los nutrientes que requiere un niño desde su nacimiento hasta los seis meses de edad. Además, apoya su sistema inmune para prevenir enfermedades transmisibles”, explica la nutricionista dietista Sandra Patricia Alfaro, de la Clínica Imbanaco.La dieta para evitar la desnutrición, así como para tratarla, debe incluir alimentos programados según la edad y otras necesidades:
Leche entera, yogurt y queso, ricos en calcio, magnesio, zinc, proteínas, vitamina D y vitaminas del complejo B. Frutas y verduras, fuente de vitaminas minerales y fibra; se debe incluir variedad de colores para asegurar la amplia gama de nutrientes.
Pollo, pescado y otras carnes, para proveer proteínas, hierro y zinc. Huevos, ricos en proteína, vitamina A, D y del complejo B.
Fríjol, lentejas, garbanzos, arveja, entre otros, por su contenido de proteínas vegetales, fibra, hierro y minerales.
Cereales integrales, que son fuente primaria de energía, fibra y nutrientes como el magnesio y también las vitaminas del complejo B.
Frutos secos y semillas: almendras, nueces, maní, chía, semillas de girasol, con alto contenido de grasas saludables, proteínas vegetales, fibra y diversos micronutrientes.
La nutrición de la embarazada incluye los mismos alimentos. “Y es necesario suplementar ácido fólico, hierro, calcio, omega tres y otras vitaminas y minerales, bajo supervisión profesional”, explica la doctora Alfaro.
Una tarea de todos
“La desnutrición no se resuelve solo con un tratamiento médico y nutricional; se necesita prevención, atención y recuperación. Se requiere de la afectación positiva de múltiples determinantes”, explica el pediatra Javier Díaz Amaya, quien además es especialista en derechos de los niños.
En este objetivo, el doctor sugiere varias acciones que ayudan a cambiar el delicado panorama nutricional para cientos de niños:
-El Estado debe proveer las condiciones sociales y estructurales para favorecer la nutrición, y amparar a las familias que no pueden proveer la alimentación suficiente y necesaria.
-Las empresas deben proteger a sus trabajadoras gestantes y lactantes para que puedan cuidar la nutrición y calidad de vida de sus hijos.
-Las instituciones educativas, considerando que existen familias en indefensión, pueden reportar las posibles vulneraciones de derechos de los niños; implementar y vigilar programas de alimentación escolar de calidad; formar a las familias en cómo ofrecer alimentos saludables; enseñar a los estudiantes a comer saludable y evitar vender la llamada comida ‘chatarra’.
-La familia: la mujer debe preferir la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida, y el hombre debe encargarse de las responsabilidades del hogar para que su hijo pueda recibir el mejor alimento para él.
“Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás y toda decisión que se tome y que afecte sus vidas, debe observar su interés superior”, enfatiza el médico Javier Díaz. Y termina con una contundente reflexión: “Lo que sufren los niños y las niñas de forma individual, lo sufrimos todos de forma colectiva”.
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