La Periquera, un rincón verde de Villa de Leyva que muchos no conocen. ¡Prográmese para disfrutarlo!

Hablar de Villa de Leyva es referir calles empedradas, fachadas blancas, enormes puertas de madera y floridos balcones, todo lo cual se reúne en la icónica plaza principal de 14.000 metros cuadrados que parece una postal viva de la arquitectura colonial. Llegar a esa hermosa ciudad boyacense es como viajar en la historia patria y remontarse a los tiempos de la Nueva Granada, evocando personajes como Antonio Nariño y Antonio Ricaurte.

Pero resulta que Villa de Leyva es mucho más que esa hermosa estampa que muestra la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y la inconfundible pila ubicada en el centro de la plaza, custodiada por enormes mansiones que datan de antes del Siglo XIX, muchas hoy convertidas en restaurantes de amplios corredores en los que se puede degustar desde una trucha fresca puesta a la parrilla con mantequilla de limón y hierbas de azotea hasta un lomo saltado con bondiola de cerdo acompañado de puré de papa de la región, así como un postre de merengón en salsa de frutos amarillos o un sánduche de oblea.

Sepa que la próxima vez que viaje a este paraje insignia de la historia y la arquitectura de la Colombia colonial, debe separar una jornada para adentrarse por la vía al también municipio boyacense de Arcabuco y, tras avanzar cerca de 12 kilómetros, que no le tomarán más de dos horas, arribar a un paraíso ecológico que lleva por nombre La Periquera.

Se trata de un refugio verde en el que se esconden tres cascadas de agua dulce provenientes del río La Cebada, que nace ocho kilómetros más atrás y baña un bosque donde el roble y su ‘lluvia’ permanente de hojas es la especie reina, lo que hace que se formen pequeños cañones donde el líquido vital, transparente e impetuoso, parece quedarse estrecho entre las lomas que circundan el lugar.

David, uno de los guías turísticos de esta reserva natural, cuenta que en realidad son siete cascadas, pero que la caminata solo se hace hasta la tercera y agrega una dolorosa realidad: el nombre de este santuario ecológico, ubicado a 2400 metros sobre el nivel del mar, se tomó de los pajaritos que antaño poblaban la región, pero que, debido a los pesticidas que utilizaban los cultivadores de cebada de los alrededores, huyeron de la zona.

Pero volviendo al presente, el guía cuenta que el roble es el árbol insignia de Boyacá y que en La Periquera suele convivir con otra especie nativa: el gaque, nombrado así por los indígenas chibchas que poblaban esa zona del país y cuya flor huele parecido a la guayaba.

De igual forma, durante el recorrido de más o menos una hora por este paraje ecoturístico, los visitantes también pueden apreciar orquídeas silvestres, avellanas, bromelias, helechos y también sietecueros, cuya flor es la que aparece en los billetes de cien mil pesos.

En medio del bosque, y tras media hora de camino, de repente la comitiva llega a la primera cascada, que tiene una imponente caída de 25 metros, en tanto que la segunda, ubicada no muy lejos de allí, es más pequeña. Sí es un poco más difícil arribar al tercer y más grande salto de agua, ya que las lomas se hacen más pendientes y las trochas más agrestes, de manera que los aventureros, en un momento determinado, deben agarrarse de los bejucos para poder avanzar.

Sin embargo, además de la belleza de la cascada, que baña inmensas piedras, en este último tramo los cuidadores han adecuado un paraje donde los caminantes pueden descansar al tiempo que sumergen sus pies o sus manos a la fría agua, percibiendo una sensación de tranquilidad y frescura muy especial.

Tal vez por ello es que Omar Moreno, director de Mercadeo de La Periquera, habla de turismo de bienestar, como el que “nos invita a cuidar nuestro cuerpo y a proteger el medio ambiente, porque buscamos que la gente siempre mantenga la armonía con toda la naturaleza”.

Y esto último es tan cierto que, antes de dejar la reserva, los visitantes son invitados a sembrar un árbol, de manera que, al sentir la tierra entre sus dedos, cada persona siente que está cultivando la certeza de que las nuevas generaciones también podrán ir a disfrutar de esos impetuosos chorros de agua que parecen jugar a las escondidas con los peñascos y que evidencian, como no, que Colombia es ‘el País de la Belleza’.

El despertar de los sentidos

Como parte de las estrategias que ProColombia está adelantando para traer más visitantes al país, puso en marcha el ‘Despertar de los Sentidos, que contempla visitas guiadas por las distintas regiones que componen el territorio nacional, de manera que se den a conocer todos los tesoros que se esconden en los cuatro puntos cardinales de Colombia.

Precisamente los “Andes Orientales Colombianos: páramos y valles legendarios” fue la primera zona del país que se quiso explorar, a través de un viaje por Villa de Leyva y sus alrededores.

Y es esta primera región está conformado por Norte de Santander, Santander, Cundinamarca, Bogotá, Tolima y, por supuesto, Boyacá, los cuales ofrecen innumerables opciones para disfrutar de la cultura y la naturaleza, pero también del llamado turismo urbano y de lugares ideales para hacer reuniones de negocios y congresos.

“Es la región en donde se combinan la vida andina más tradicional y sus leyendas, como la de El Dorado, con la más moderna, que es la de la gran capital, Bogotá. Es la región de las cumbres, de los páramos, en donde la centralidad permite tomar conciencia de la cordillera, desde los llanos o desde el valle del Magdalena”, explica Paola Caycedo, gerente de Comunicaciones de ProColombia.