BUENAVENTURA
Con proyectos ambientales buscan reducir efectos del cambio climático en La Barra
Las autoridades y organizaciones turísticas del Valle desarrollan proyectos ecológicos para contrarrestar la marea de basura y mantener la riqueza natural de esta playa.
A una hora en lancha desde el puerto de Buenaventura se arriba al muelle de Juanchaco, pero luego de 40 minutos internándose en la espesura del lugar y bordeando la playa de Ladrilleros es cuando se llega hasta el corregimiento de La Barra, una población de escasos 300 habitantes, ubicada en los límites con el Chocó.
De pie sobre la arena, el visitante puede observar cómo la curva de la ancha playa se pierde hasta el delta donde desemboca el río San Juan, son más de 7 kilómetros para disfrutar del mar y el sol en un ambiente tranquilo y de mucha intimidad, ya que son pocos los turistas que recorren todo el trayecto hasta La Barra.
Este es un lugar edénico que hace parte del Parque Nacional Uramba Bahía Málaga, donde además de las playas se puede apreciar la naturaleza agreste del litoral y los manglares del Pacífico, por lo cual es ideal para disfrutar del ecoturismo.
Como expresa Fabián Bueno, gerente del Corredor Turístico del Pacífico, “La Barra es una de las playas que tiene mayor potencial, ya que su biodiversidad la hace muy atractiva a los turistas. Además, en esta zona conviven comunidades afro e indígenas comunicadas por los manglares. A esta playa, en temporada alta, pueden estar llegando unos 1500 turistas durante un fin de semana”.
Otra razón para la tranquilidad que posee La Barra es que ofrece excelentes garantías de seguridad, tanto a sus pobladores como a los turistas. En este aspecto, los encargados de mantener el orden son el grupo Aeronaval de la Armada Nacional, dirigido por el capitán de fragata Dorian Tolosa Cáceres.
Al respecto, afirma el capitán, “para garantizar la paz y la soberanía de nuestro territorio en el mar Pacífico, especialmente en las comunidades de Juanchaco, Ladrilleros y La Barra, la Armada hace presencia constante y estamos pendientes con tropas de infantería marina cubriendo todos los sectores. Podemos garantizar que se puede llegar a este territorio y gozar del ecoturismo con total seguridad”.
Ecoturismo
Kayak, ciclismo, avistamiento de aves y ballenas (en temporada), así como senderismo, son algunas de las actividades que se pueden practicar en La Barra, todo ello, gracias a su combinación de mar, extensa playa, manglares y selva húmeda.
Además de la recreación, la tendencia del ecoturismo busca que la visita a lugares exóticos como este, en los cuales viven comunidades nativas y vulnerables, tenga un objetivo más social, interactuando de forma más consciente con la comunidad y cuidando la riqueza natural.
Para Wilfrido Angulo, propietario de un hotel con zona de camping en esta playa, “el turismo en La barra es muy ecológico, ya que se convive con la misma comunidad, las familias del lugar son las mismas que ofrecen sus casas y cabañas a los turistas”.
A esto agrega Bueno, quien desde hace cinco años trabaja promoviendo el desarrollo económico de esta comunidad, “el ecoturismo no es el tradicional turismo de lujo, sino una experiencia con la naturaleza que, además del placer, busca crear conciencia ambiental, fomentando la conservación y entendiendo que a las comunidades nativas hay que apoyarlas para que mantengan en óptimas condiciones el lugar”.
Marea de basuras
Este paraíso se ve inundado cada seis horas por una marea de desechos con diferentes procedencias, entre ellas, la bahía de Buenaventura, las desembocaduras de los ríos Calima, Dagua y Anchicayá, que dan al océano Pacífico, y las corrientes marinas que traen basuras desde el otro extremo del planeta.
Esta problemática afecta constantemente el ecosistema de La barra y preocupa a sus habitantes, ya que esto también crea una imagen equivocada del lugar frente a los turistas.
A esto se refiere Fabián Bueno cuando comenta, un poco en broma, que para una efectiva jornada de limpieza en las playas cercanas a Buenaventura bastaría “con invitar a toda la gente de las ciudades a que venga y nos ayude a recoger la misma basura que esta ha generado”.
Sin embargo, como explica el biólogo marino Armando Ortega Lara, “si uno va al Pacífico colombiano puede encontrar basuras con marcas chinas, no necesariamente son esos ríos que desembocan en el océano los que arrastran volúmenes grandes de basura, no están al nivel del Cauca o el Magdalena que desembocan en el océano Caribe. Las basuras que llegan a estas playas, por lo general, no vienen siquiera de Colombia, pueden venir del otro lado del continente, de países asiáticos como Japón y Tailandia, porque son arrastradas por las corrientes marinas desde esos lugares, o desde la zona sur en Ecuador”.
Cabe agregar que el fenómeno de las basuras se presenta a nivel mundial, incluso, según una previsión de la Fundación Ellen MacArthur para el año 2050 habrá más plásticos y basura que peces en los océanos del planeta.
Y en un informe de 2018 publicado por la Royal Statistical Society de Inglaterra, se supo que el 90,5 % de los residuos plásticos que existen en el mundo nunca se han reciclado, por lo que hay un estimado de 6300 millones de toneladas métricas dispersas en el medio ambiente, y un porcentaje de ese plástico junto a basuras de otro tipo, llega a las playas de La Barra.
Desafío La Barra
Para mitigar el impacto de las basuras y los efectos del cambio climático en La Barra, el Corredor Turístico del Pacífico junto con la Armada Nacional y el apoyo de la Gobernación del Valle, desarrollan regularmente estrategias de limpieza y conservación como el denominado ‘Desafío La Barra’.
Durante estas actividades en las que se vinculan pobladores, voluntarios y turistas, se recogen las basuras dispersas a lo largo de la playa, las cuales son agrupadas y cargadas por un barco de la Armada para luego ser entregadas a una fundación bonaverense que con el plástico reciclado producirá juegos infantiles y atracciones que se instalarán en la comunidad.
Por otro lado, también se capacita a la comunidad, fomentando el turismo y enseñando prácticas de economía circular para que las personas transformen el plástico reciclado en materia prima para construir viviendas sostenibles y para la creación de objetos comerciales.
Al respecto, concluye Bueno, “pensamos con la comunidad hacer algo productivo con las basuras, convertir lo negativo en algo positivo que genere emprendimiento y progreso en la zona”.
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