SEGURIDAD
El nuevo perfil del 'gota a gota': franquicias de la criminalidad
La mayoría de las estructuras delictivas que opera en Cali, lo hace en alianza con bandas criminales que garanticen la seguridad de los cobradores y les permita el 'uso de piso' en cada uno de los barrios y comunas de la ciudad.
El préstamo ‘gota a gota’, fenómeno que apareció como el alivio económico para centenares de familias y comerciantes de estratos bajos que no podían acceder a créditos en las entidades financieras, se ha convertido en una pandemia incontrolable en la capital del Valle.
No existe hoy una sola comuna de Cali a la que no llegue alguno de los 400 o 500 motociclistas que, estiman las autoridades, saldrían a diario a las calles de la ciudad para cobrar con amenazas, golpes e intimidaciones los créditos que vienen otorgando estas estructuras criminales.
Un informe reciente conocido por El País revela que, pese al temor de los caleños y a que muy pocos se atreven a delatar a sus verdugos, entre enero de 2017 y marzo de 2019 se instauraron ante la Fiscalía 2085 denuncias por los delitos de usura y constreñimiento, casi todos relacionados con el ‘gota a gota’.
La afectación más grave que genera este flagelo, que no es delito, que no es castigado y que conlleva niveles extremos de abuso y violencia, se registra en las comunas 11 y 12 de Cali, en los barrios aledaños a la cárcel Villa Hermosa, en los que se han registrado varios delitos conexos a estos préstamos que por lo general salen de las ganancias del microtráfico y el narcotráfico.
Sectores en los que personas como Miguel Ángel*, dueño de un puesto de verduras en la galería Santa Elena, recibe a diario la visita del cobrador que le prestó $500.000, que pactó pagar en 20 días en cuotas diarias de $40.000, que al final pagaría $800.000 y que tres meses después sigue pagando y aún debe un millón.
Lea también: 'Capturan en Argentina a diez colombianos dedicados a préstamos 'gota a gota''.
“Esto es tan desesperante, que es preferible tener dos hijos drogadictos en la casa que esperar a un ‘gota a gota’ todos los días con la misma grosería y las mismas amenazas”, señala el comerciante, quien confiesa que lo han golpeado en un par de ocasiones, que ha querido suicidarse el mismo número de veces y que está sufriendo de los nervios.
Y no es para menos. El 2018 ha sido uno de los años en los que se registró mayor actividad violenta por cuenta de los préstamos ‘gota a gota’.
Casos como el de Mónica Cortés o Yuli Ferrín, asesinadas a tiros por no poder pagar sus deudas; el de la familia Gómez, que debió desplazarse de Aguablanca ante la presión de los cobradores, o el de Gonzalo*, quien intentó ahorcarse ante el agobio de los intereses excesivos.
Porque no es solo el fenómeno social que ocasiona amenazas, desplazamiento, hurtos, secuestros, extorsión, lesiones personales, homicidio y tentativas de homicidio ligadas al ‘pagadiario’, sino la presunción de que un sector de la población caleña enfrenta trastornos mentales y que el ‘gota a gota’ podría convertirse en un problema de salud pública.
Carlos Miranda, director científico del Hospital Psiquiátrico, aseguró que en el país no se llevan estadísticas como esas, “pero uno sabe de manera teórica que los estresores de carácter económico son complicados y generan depresión y ansiedad”.
“Si alguien tiene deudas con el ‘gota a gota’ enfrenta varias dificultades porque le pueden cobrar de cualquier manera, pero si tiene además problemas laborales y familiares se mezclan y al llegar a consulta contará lo último y no necesariamente hablará del ‘gota a gota’ y eso no permite que podamos llevar estadísticas diferenciales”, indicó.
Lea también: 'Cae red de prestamistas que 'marcaba' las casas de deudores morosos en Cali'.
Una fuente judicial que le ha seguido la pista a estos casos aseguró que el ‘gota a gota’ es la esclavitud moderna. “Es un fenómeno que ahoga tanto a los deudores, que tenemos el caso de una persona que junto a su familia fingió su muerte para evadir a los cobradores. Lo preocupante es que la autoridad se desgasta uno o dos años en una investigación y al final los capturados quedan libres”.
Esa misma inquietud y los problemas de violencia que desencadena este sistema ilegal de préstamos generó preocupación en el Concejo de Cali, que determinó citar a debate de control político a las autoridades competentes para evaluar las medidas adoptadas para frenar esta práctica.
El delito en franquicias
El seguimiento que han realizado las autoridades permite establecer que el ‘gota a gota’ es hoy un fenómeno tan tecnificado, que no solo se ofrece por internet y a través de empresas registradas, incluso, en Cámara de Comercio, sino que se negocia como ‘franquicias’ criminales.
“En Cali hay bandas que ejercen un dominio territorial y llaman a los señores del microtráfico y el ‘gota a gota’ y les dicen: ‘usted me va a trabajar a mí, me va a pagar una franquicia y yo le voy a garantizar seguridad con hombres armados y el derecho de piso que le asegura que nadie más se va a meter al barrio’”, contó un investigador.
Al respecto, una fuente de inteligencia militar le dijo a El País que hay algunos procesos abiertos porque desde la Brigada se les ha otorgado salvoconductos de forma irregular a miembros de estas estructuras delictivas para portar pistola, revólver, e incluso, para armas largas como subametralladoras”.
Así se descubrió en una investigación que se lleva a cabo en una de las comunas de la ladera, donde una estructura familiar que está al servicio de un reconocido narcotraficante, aunque dice ser una empresa ganadera, maneja el microtráfico y los préstamos ‘gota a gota’ y ha amasado una fortuna representada en casas, apartamentos, vehículos de alta gama y predios rurales en diversos lugares.
La mayoría de estas estructuras se empezó a organizar luego de que cayeron los grandes carteles de la droga y se encontraron los narcos emergentes con que no iba a ser fácil sacar del país toda la cocaína que estaban produciendo y empezaron a distribuirla en el mercado interno.
“Los pequeños narcos deciden poner a producir la droga en Colombia y se empiezan a formar una especie de franquicias por comunas y barrios y esos pequeños grupos de microtráfico pasan de vender $300.000 o $400.000 diarios al menudeo, a tener ingresos de $4 millones o $5 millones al día”, explicó la fuente.
“La preocupación de ellos se convierte en cómo insertar todo ese dinero, cómo ponerlo dentro de la economía legal y empiezan a recurrir a varias estrategias para legalizarlo”.
Primero fue circular el dinero a través de préstamos ‘gota a gota’, pero vino después una jugada que les permitió ingresar esas ganancias millonarias a la economía legal.
Unos de esos negocios que se han identificado son joyerías, donde además lavan minería ilegal; ganaderías, el plástico reciclable y el negocio de las chatarrerías en el centro de la ciudad, según investigaciones que han adelantado las autoridades.
“A través del reciclaje empiezan a mover dinero de manera legal y entonces, en sectores como el R-9 y el barrio Sucre, llega el reciclador con su material, que si vale $5000, le dan dos bazucos y $3000 en efectivo, pero al rato la persona vuelve con los $3000 porque necesita consumir. Entonces se quedan con el microtráfico, se quedan con el reciclaje y con la plata que ponen a circular a través del ‘gota a gota’ y que suma millones”, añadió la fuente.
José Alejandro Guerrero, presidente del Banco W, aseguró recientemente que cerca del 50 % de los hogares colombianos han acudido a mecanismos informales como el ‘gota a gota’ y estimó la deuda nacional con los prestamistas ligados a estructuras criminales en más de $5 billones.
Lo que es claro, indicó el secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar, es que “es una actividad ilegal altamente lucrativa y que en algunos casos es más lucrativa que el propio microtráfico”.
“La solución de fondo a esto es ofrecer alternativas de crédito viables a quienes lo requieran y más información a las personas sobre este fenómeno que al principio pareciera que les está ayudando a salir de un problema, pero realmente los está metiendo en uno más grande. Al final termina en un ciclo impagable, porque los obligan a tomar créditos más onerosos, y les arrebatan sus bienes como supuesto pago”, dijo Villamizar.
Lo más triste es que quienes adeudan ese dinero son en su mayoría amas de casa, tenderos, vendedoras de arepas y de comidas rápidas, conductores informales, pensionados y vendedores ambulantes, entre otros.
Difíciles de perseguir
De poco han valido los esfuerzos que las autoridades han realizado para contrarrestar este modelo de criminalidad en la capital del Valle.
“Te puedo decir que hoy por hoy ni la Fiscalía, ni la Policía, ni jueces, ni ninguna autoridad judicial sabemos con qué mano nos comemos ese problema desbordado del ‘gota a gota”, indicó un fiscal especializado.
Entre otras cosas, porque los delitos que se les imputa a quienes son capturados en flagrancia son los de usura y quizá costreñimiento, cuando ejercen presión para lograr los pagos, pero ambos son excarcelables.
“La realidad es que el ‘gota a gota’ no lo hemos impactado mucho porque demostrar el delito es sumamente complejo porque no lo hacen ver como un delito sino como una actividad legal. Entonces algunas personas hacen préstamos con un interés del 20% 0 30 %, pero firman papeles en los que dicen que la tasa de interés es del 3 % 0 4 % y la gente, en su necesidad, acepta y los blinda”, aseguró.
“El otro lío es que se suele capturar a los cobradores, el eslabón más débil en la cadena, los reemplazables, y es complejo tratar de armar un proceso contra los cabecillas y demostrar un enriquecimiento ilícito o concierto para delinquir que garantice, al menos, un proceso de extinción de dominio. La verdad es que es un ‘delito legal’ porque no existen herramientas para enfrentarlo”.
Lea también: 'Préstamos 'gota a gota', una pesadilla que no deja en paz a caleños de todos los estratos'.
"No sabía que iba a cobrar 'gota a gota'"
Era domingo en la mañana y González salió temprano a comprar el periódico con el único propósito de buscar en los avisos clasificados algún empleo que se ajustara a su nueva condición de empleado con motocicleta.
Al día siguiente llegó a una vivienda del oriente de Cali donde necesitaban ‘cobrador con moto propia’ y luego de algunas explicaciones sobre los créditos que debía recoger en una ruta específica, aceptó el trabajo y el salario propuesto.
“No tenía la menor sospecha de que ese empleo se tratara de ser cobrador de ‘gota a gota’. Yo me imaginé que eran pagos de productos que se entregan a crédito en los barrios como armarios, mesas o tendidos de cama”, señala González.
Antes del medio día, ese mismo jueves que empezó a trabajar, se dio cuenta de lo que en realidad se trataba su nuevo empleo cuando uno de los deudores lo recibió con fuertes insultos y con términos como ‘ladrones’ y ‘bandidos’.
“Lo que menos quería era terminar envuelto en problemas y llegué dispuesto a renunciar, porque además me dio vergüenza de sentirme que era un ‘gota a gota’, y lo que me respondieron era que ya estaba metido hasta las cejas y que para salirme debía pagarles una millonaria compensación o atenerme a las consecuencias”, rememora.
González no tuvo más alternativa, por temor a que pudieran hacerle algo a su familia, que continuar cobrando en la ruta que le había asignado el supervisor.
Varias semanas después tuvo un problema médico y no fue a realizar los cobros durante el día y empezaron sus verdaderos problemas.
“Casi me revientan el teléfono con la llamadera y me tocó aceptar una multa que constaba de una cuota diaria de las 37 personas que yo debía visitar y que sumaban más de $720.000. Terminé pagando como otro ‘gota a gota’, pero no pude negarme”, señala el hombre.
“Ahora, yo espíritu de malo no tengo y muchas veces alguien me decía que no tenía plata y entonces salía y me iba. Un día tenía como cuatro personas atrasadas y mandaron a otro muchacho conmigo y lo primero que hizo fue golpear a un vigilante de cuadra. Me dolió ser parte de esos bandidos y empecé a buscar la forma de irme”, recuerda.
Finalmente González trasladó su familia a un municipio del norte del Valle, vendió la moto para evitar que lo pudieran rastrear con los papeles y salió como desplazado de Cali.
“La gente no tiene ni idea de lo que es ese ‘gota a gota’. Yo fui a denunciar lo que sabía ante las autoridades, pero mantengo enfermo de pensar que algún día me encuentre con una persona de esas porque sé de lo que son capaces de hacer y las relaciones que tienen con algunos policías”, señala.
Además de González, conoció este diario que hay varios casos de cobradores que han sido secuestrados, golpeados y despojados de sus pertenencias por líos con los jefes de bandas de ‘gota a gota’ y les han quitado sus motos y obligados a firmar los traspasos abiertos.
"Eso es un plaga que le cayó al mundo"
Expandir y mejorar el negocio de Eduardo*, ubicado cerca de la cárcel de Villa Hermosa, le demandaba dos millones de pesos que no tenía y aceptó pedirlos prestados a un ‘gota a gota’.
El negocio verbal se tasó en 70 cuotas de 50.000 diarios y por los $2 millones terminaría pagando $3,5 millones; un interés del 75%. Su familia solo se enteró cuando empezaron a llegar hasta la vivienda varios hombres armados insultando, pateando las puertas y reclamando una deuda de $12 millones, pese a que ya se han pagado $18 millones del préstamos de $2 millones.
“Cuando nos reunimos con los tipos, se sentaron en el comedor y les preguntamos por qué se había subido así la deuda y nos dijeron que por el incumplimiento”, explicó una tía de la víctima.
“Lo que nos dijeron es que si la cuota diaria es de $50.000 y él se atrasaba un día, al siguiente día no podía pagar los $100.000 de los dos días sino que debía pagar un día de penalidad entonces eran $150.000. y eso se iba a elevar el valor del capital”, explicó la mujer.
En el caso de su familiar, los pagos se hicieron de manera irregular y todo el dinero que iban reuniendo entre toda la familia no alcanzaba siquiera para el pago de las multas que arbitrariamente trazan.
“El ‘gota a gota’ es una plaga que le cayó al mundo. Los tipos esos no aceptaron ningún arreglo pese a toda la plata que ya se les ha dado y lo que hacen es que dejan entrever amenazas de que algo le puede pasar a mi sobrino o a alguien de la familia. Nosotros en ese desespero hicimos un baile, vendimos arroz con leche y juntamos como más de $1,2 millones y se fue a intereses y no bajó la deuda”, cuenta la señora.
“Estamos en un punto en que no tenemos de dónde más sacar dinero y no hemos podido volver a pagar y todos los días vienen con la cobradera y las amenazas a patear las puertas y a insultar a mi hermana que está a punto de volverse loca con esta situación”, agrega.
Sin embargo, la persecución se ha extendido a una hermana que intentó conciliar con ellos, y a quien han amenazado con llevarse los bienes y electrodomésticos de su casa.
“Esas cuentas no se pagan nunca porque se presentan como mesiánicos a sacarlo a uno del apuro y lo que hacen es hundirlo más en ese círculo vicioso. Y todo se hace de palabra, sin documentos; le toca a uno confiar en la palabra de un bandido”, concluye la tía de la víctima.
Formas de cobro
A partir de la tercera cuota se ejercen amenazas y presión a los deudores para que se ponga al día con las respectivas multas.
Entonces se le ofrece refinanciar la deuda a tasas más altas y desconociendo los pagos ya realizados hasta la fecha.
Si el cliente no acepta el refinanciamiento debe cancelar de inmediato la deuda total más intereses o se llevan sus elementos personales.
En ocasiones la familia del deudor deberá responder, aún sin su voluntad, por la deuda con las mismas consecuencias.
Negarse a estas opciones puede llevar, incluso, a la muerte.